lunes, 23 de abril de 2018

LUCKY


Sin duda una de las cosas más difíciles de conseguir es la sencillez.

Acostumbramos a complicar la vida y las historias con una acumulación de elementos superfluos e innecesarios. Demasiada información, demasiadas opiniones... Es el mundo en el que vivimos, este sistema que nos devora, nos succiona, nos aplasta.

Nos alejamos de la verdad.

Esta película me ha traído a la memoria otras dos: Una historia verdadera y Smoke. Incluso notas el mismo aroma que en Paterson. 

A veces el cine independiente americano te trae joyas como estas. No son pretenciosas, son sólo un trocito, un pedazo de realidad, sutil, simple, elegante. Estamos ante una historia cotidiana, la de un anciano que asume su propia muerte, su soledad;  la acepta porque es parte de la vida. Que el actor, Harry Dean-Stanton muriera unos meses después, que esta fuera su última interpretación, su testamento, le añade una emoción complementaria: lo convierte en un último gesto, un último acto de dignidad.

Hay varias escenas que se te quedan grabadas, espacios vacíos, conversaciones con personajes que aparecen y no volvemos a ver más. Una canción de mariachis. Y un monólogo que termina así...

-...Tú, tú, tú, yo, desapareceremos. Y acabaremos en la nada. Esa es la verdad...

¿Y ante eso qué hacemos?, le preguntan a nuestro protagonista.

- Sonreir...




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