domingo, 25 de junio de 2023

LA PERLA

 


Después de leer una obra como La perla de Steinbeck, mientras cierras el libro, las palabras, es curioso, se te quedan congeladas en la garganta. 

Siempre te asombra que en unas pocas páginas o, si es una película, en unos pocos minutos, un autor sea capaz de contarlo todo. Y no estoy hablando de las obsesiones de Steinbeck -que aparecen, por supuesto, aquí-, sino de una visión completa de lo humano y de la naturaleza, de su crueldad y de su fortaleza.

Estamos ante una novela que, en principio, cuenta una historia muy sencilla. Una familia: una mujer, un bebé, un hombre. El hombre encuentra una perla; intenta venderla por un precio justo; se convierte en un paria, al rebelarse ante lo establecido; los tres huyen. Pero al destino no se le puede engañar. La tragedia, el fatum está decidido, hagan lo que hagan, como bien sabían los griegos. 

Herodoto cuenta en el libro III de sus Historias la leyenda de Polícrates: a una gran fortuna le seguirá siempre una gran desgracia. En este caso era un anillo el tesoro envenenado que el mar devolvía. Como diría Solón a Creso: 'hasta que no alcances el final de tu vida, no podrás considerarte feliz'. 

En la Perla, hay mucho más que una tradición oral con moraleja más o menos asumida, como ocurría con Policrates o Creso. Es, sí, también una historia universal –la melodía de la familia, el canto de la perla, la música del enemigo-, con la concepción y las percepciones de un autor moderno. 

Por otro lado, aquí encontramos ternura, generosidad, bondad. También orgullo, honradez, fuerza. Y está el lado oscuro, esa sombra que se cierne sobre ellos. El clasismo, una sociedad injusta, alimentada por la avaricia y el egoísmo de unos -el cura, el médico, los comerciantes, los asesinos-, por el miedo secular de otros -la gran mayoría-. El héroe de Steinbeck es el que toma conciencia de lo que le rodea, después de haber vivido, como en el mito de Platón, en una cueva; ha salido al exterior y ha descubierto la realidad: así que no le espera más que dolor. Sí, también tendrá la dignidad, abriendo los ojos, de rebelarse contra lo establecido. 

                                   Versión cinematográfica de el Indio Fernández

                                   

Y la naturaleza. ¿Es cruel? No, eso solo lo encontramos en los seres humanos. La descripción de Steinbeck del mundo circundante, del telón de fondo, de su entorno es, a ratos, lírica y conmovedora; a veces, realista y brutal. No oculta que unos mueren para que otros puedan vivir. 

Así ha sido y así es y así será. 

La diferencia es que los seres humanos lo hacemos deliberadamente; provocamos y alentamos el sufrimiento de otros por codicia y avaricia; no por supervivencia. El eterno conflicto entre el bien y el mal. 

Hay joyas que merecen ser leídas, porque nos cuentan lo que somos, dónde estamos.

Esta es una de ellas. 



domingo, 4 de junio de 2023

A LO CIORAN: AFORISMOS PARA UNA JUNTA DE EVALUACIÓN

 

"En los tiempos en que durante meses viajaba en bicicleta a través de Francia, mi mayor placer era detenerme en los cementerios rurales, tenderme entre dos tumbas y fumar durante horas. La considero la época más activa de mi vida" 

                                        E. M. Cioran, Del inconveniente de haber nacido.

Al empezar la junta:

Las cifras ya hablan por sí solas. ¡No dejemos huella, no digamos nada!¡Hagamos la mejor junta de evaluación!


Durante la junta:

"Solo el sufrimiento nos lleva al conocimiento". Las leyes educativas nunca comprenderán esta sencilla revelación.

Hay que alabar las derrotas, los fracasos o los suspensos más que los éxitos. Se aprende más de ellos; revelan nuestra naturaleza.

La mentira y la calumnia tienen un origen evidente: nuestro miedo y nuestras inseguridades; sobre todo, cuando nos mentimos a nosotros mismos.

Ahora también se sacrifica a los Dioses... No hay mayor sacrificio humano que una guerra o un suspenso. Y después están los refugiados y los aprobados de última hora para demostrar clemencia y falsa generosidad ante altares ensangrentados.

Como bien decía Cioran, cuando se juzga o critica a los demás, uno no descubre el interior del que es juzgado sino el de quien juzga.

Es un bien tan escaso encontrar la brillantez en alguien, que necesitamos hacerlo destacar con dos cifras y dos mayúsculas.


Cuando nos acercamos al final de la junta:

Todas estas cifras son ya pasado. Aunque estén impresas, escritas, han dejado de ser.

¿Dónde ha estado lo esencial? ¿Dónde el estupor, el grito, el silencio, el estallido? 


Y para terminar la junta:

Todas estas palabras, innecesarias. Todos estos deseos, superfluos. Volvamos, pues, a casa y durmamos plácidamente...