domingo, 17 de diciembre de 2017

DOS SÁBADOS


Sábado 9 de diciembre 2017:

En realidad, nunca estuviste aquí. 



Un hombre atormentado, un asesino a sueldo, cuando llega a su casa acuesta a su anciana madre y la arropa.
¿Salvando a una niña, se salvará a sí mismo?

En la playa sola de noche.



Una mujer sueña y recuerda la pérdida de un amor. No acepta el final, se rebela. Sigue soñando, tumbada en una playa...

Domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes... :

Conexiones invisibles. Coincidencias. Palabras por decir.
Escribo, aprendo catalán, viajo a Copenhage, leo en latín, recuerdo algunos sueños, al despertarme; punzadas en el corazón, se acerca el invierno. El 25 de diciembre será el tercer aniversario sin ella...

Sábado 16 de diciembre 2017:

Alanis.


Una prostituta se ha quedado sin casa, sin techo. Tiene que buscar un sitio para vivir con su hijo de año y medio. No hay otra opción para ella que encontrar un entorno seguro en el que ejercer la única profesión que conoce.

La vida y nada más. 


Un joven adolescente rebelde y sin referencias puede acabar como su padre, en la cárcel. Una madre luchadora, fuerte. Un padre ausente, si no es por unas cartas que su hijo recibe de vez en cuando. Eres como tu padre, le dice la madre, en medio de una discusión. Acabarás como él. Sí, esas palabras me suenan, me son familiares...

¿Puede resumirse en dos o tres frases una película? No lo creo. Y mucho menos, estas cuatro, que nos dejan un poso, una estela invisible. Horas, días después recordamos una imagen, un diálogo, una idea en la que no nos habíamos fijado, cuando las vimos. Se han quedado muy cerca, con nosotros...

No puede haber otros finales. Lo entiendes, cuando la película se acaba. Son finales abiertos. Sólo hemos visto un trozo de la vida de estos personajes. El final, casi siempre, es el principio de otra historia.

La niña y el asesino -ambos, sin familia, sin amigos- se subirán a un coche, iniciarán un viaje compartido con destino incierto.
La mujer caminará por la playa; intentará olvidar el amor perdido y dejará de soñar y atormentarse, o, al menos, lo intentará.
La prostituta cuidará a su niño en un lugar protegido, junto a otras prostitutas. El mundo no se puede cambiar, pero, a veces, encontramos un refugio.
El joven conocerá por fin a su padre; lo verá al otro lado del cristal. En una cárcel del condado. Se mirarán; descolgarán el teléfono que les permitirá comunicarse por primera vez. Hablarán... Tendrán esa oportunidad.

Somos como nuestros padres. Y no somos como ellos.