miércoles, 25 de abril de 2018

FICCIÓN Y REALIDAD.


Ficción primera:

El rey es un ejemplo de dignidad y democracia, modelo de una nueva transición. La reina ha creado una familia agradable a su alrededor. Los abuelos son felices en su retiro dorado.

Realidad:

La abuela y la reina no se soportan. La reina se gasta más de 100.000 euros en ropa cada año y sus hijas van por el mismo camino. Al rey le escriben discursos dirigidos desde el gobierno; no tiene voz propia y ni pincha ni corta. El abuelo es posible que le siga poniendo los cuernos a la abuela, disfrutando del dinero que, según dicen, ha amasado durante estos últimos cuarenta años. No olvidemos que Franco colocó a esta familia en el poder. Y que todos los demás seguimos pagando sus gastos... Hay quien sueña con la República; al menos, el presidente sólo estaría cuatro años.

Ficción segunda:

Dos muchachos jóvenes que quieren ser cantantes se enamoran en OT. Van a competir en Eurovisión. Son apolíticos y demuestran cómo es posible la convivencia en nuestro país y de qué manera se premia el trabajo bien hecho. Están tan acaramelados que alguno cree que se besarán -delante de millones de personas- cuando terminen de cantar en el concurso, en directo... Eso ha dicho el Hola...

Realidad:

Como son un poco ingenuos, él decide regalarle el día de San Jordi un libro de Albert Pla, España de mierda. El chico tiene sus propias ideas; ella, también, aunque les han dicho que si quieren una carrera en este país deben guardarse sus opiniones; al menos, mientras empiezan. El problema no fue ese; el problema fue colgarlo en las redes. Todo el mundo lo supo. Así que tuvieron que justificarse. Hay libros que no pueden aparecer en el Hola o el Pronto o en RTVE o Antena 3... Si son listos, no volverán a subir a la red cosas tan comprometedoras. Hay que saber distinguir lo público de lo privado, si quieres tener algún futuro en este país...

Ficción tercera:

Cifuentes, la mejor presidenta de la Comunidad de Madrid es una política preparada y sin casos de corrupción. Es considerada una de las personas más capacitadas para sustituir a Rajoy, cuando deje el gobierno, y es capaz de dialogar con todos.

Realidad:

Cuando fue delegada del gobierno justificó recortes de libertades. Cuando fue vicepresidenta, robó unas cremas en unos grandes almacenes de Vallecas. Y le dieron un máster, moviendo hilos en la universidad, pero, cuando la lucha por el poder en el PP llegó a su máxima expresión -pactaban en ese momento con el PNV unos presupuestos, creando ficciones las dos partes para justificar el acuerdo-, decidieron acabar con ella, filtrando documentos y un vídeo guardado para esta ocasión. Si, al menos, lo que hubiera robado fuera un libro... la hubiera apoyado...

Los que la sustituirán crearán nuevas ficciones y en un año gobernarán de nuevo en Madrid, apoyarán a sus socios o pactarán con el vencedor... Y Cifuentes encontrará, si es discreta, un puesto directivo en una gran empresa.


Vivimos en un mundo, un sistema que crea realidades ficticias. Es un matrix particular; nos agrada más, porque la realidad es cutre, decepcionante, desoladora, aunque, en mi opinión, mucho más interesante o berlanguiana, surrealista y absurda. ¿Y si esta realidad no es, en el fondo, otra ficción de mejor calidad?

Ante la ficción, los que la distinguimos entre las máscaras, las palabras, las imágenes deformadas, sólo nos queda reírnos y esperar que algún día caigan los títeres o sus dueños.

Aunque me temo que otras las sustituirán. Es así; necesitamos las máscaras.

Siempre preferimos la ficción a la realidad... ¿O no?

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