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martes, 26 de diciembre de 2023

SÍ, PERO...: LA MEMORIA INFINITA DE MAITE ALBERDI Y LOS ASESINOS DE LA LUNA DE SCORSESE

 

Sí, pero... 

Hay películas u obras de teatro o de danza -estoy pensando en la última a la que asistí, el ballet de Lucia Lacarra, con unos últimos minutos impresionantes-, que, cuando las acabas de ver, te dejan una sensación como esta... Sí, está bien; incluso, yo diría que muy bien, pero... Y ese pero me despierta dudas...

Ambas ganarán premios y Oscars, seguro. Tendrán mucho público y emocionarán y entretendrán y ¿acaso no es eso lo que buscamos quienes intentamos o queremos contar historias? 

Sí, pero...

La memoria infinita nos habla del lento declive de un hombre al que le han diagnosticado Alzheimer, pero no solo desde su punto de vista, sino también el de su pareja. El que ella fuera ministra de Cultura con Bachelet y, sobre todo, actriz y él, un periodista que durante la dictadura y, más tarde, al llegar la democracia, contara lo que nadie se atrevía a contar, no es un detalle sin importancia. 


Alberdi sabe enlazar ambas memorias. La individual, que diluye su identidad, y la colectiva, que, en Chile, también, como en tantos otros sitios, prefiere la desmemoria. Es uno de sus grandes aciertos. Además, ambos nos regalan sus emociones; esa valentía, sin duda, nos acerca a ellos. Es una triste historia de amor, muy tierna y, sin embargo... 

Pensé en Amor de Haneke. 

¿Por qué esta me emocionó más? Sí, La memoria infinita nos ofrece momentos de ternura y amor; también de impotencia y dolor, cuando él se desespera, se pierde, no se reconoce a sí mismo y ella no sabe qué hacer. Sin embargo... No llega más allá. 

Recuerdo que, cuando mi tía abuela o mi tío abuelo perdieron la memoria, lo más desgarrador para mí, no era tanto que no me reconocieran o no supieran ni dónde ni quiénes eran o éramos, sino el deterioro físico, el olor que desprendían al no poder retener sus esfínteres. Esa fisicidad, brutal, terrible no logro captarla en esta película. 

¿Qué opciones tenía Alberdi, la directora de este documental, y la pareja del enfermo? ¿Mostrarlo  directamente, sin tapujos, no suavizándolo, sin medias tintas? ¿Que asistiéramos a las reflexiones y los pensamientos de ella, las que no le puede contar a él, porque no le ayudarían, porque le harían daño o porque no la entendería -hay alguna escena que va en esa línea- y que, sin embargo, todo el que vive esta experiencia tiene la necesidad de compartir con alguien? 

Es como si Maite Alberdi y, con ella, también los protagonistas, no hubieran querido ir más allá, porque hubiera sido demasiado doloroso o no hubiera gustado al gran público. Y, sin embargo, eso es lo que yo les pedía...

Sí, pero...

Scorsese mantiene el pulso. Tres horas y media de Los asesinos de la luna y ni nos enteramos. La historia está bien contada; Scorsese nos lleva en volandas; no aburre. 

Los diálogos entre el tío y su sobrino y los que mantienen el sobrino y su mujer construyen relaciones de dependencia que, sin duda, son lo mejor de la película y lo hace a un ritmo pausado y bien trabado. El final -un programa de radio a la manera antigua- es una variante muy inteligente para contarnos lo que ocurrió después. 

Sí, pero...

Esto podría ser una historia de gansters y no nos sorprenderíamos. Cambiamos algunos detalles y nos encontraríamos algo que ya conocemos, porque lo hemos visto muchas veces. No hay grandes novedades con respecto a sus últimas películas. No hay ningún riesgo y Scorsese lo sabe. 

Tal vez me hubiera gustado también que me atraparan; que no solo me entretengan o me cuenten una historia desconocida u olvidada, sino que también me emocionen, me destrocen, me atraviesen las entrañas o que encuentren nuevas maneras de mostrarnos una realidad tan cruel como la que nos narran. 

Tal vez sea yo... que les pido mucho más de lo que pueden darme.

lunes, 25 de diciembre de 2023

FINALES DE CINE (IV) VERDADES Y MENTIRAS: EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE DE JOHN FORD

 

La mentira y la verdad son conceptos, a veces, muy difíciles de distinguir. ¿Nos mentimos a nosotros mismos o a los demás? ¿Dónde están la verdad y la mentira?, nos preguntamos desde Tales o, incluso, desde Homero. ¿Dónde están la verdad y la mentira?, nos preguntamos, cuando vemos a Netayanhu, a Putin, a Zelenski o a Biden hablar de democracia y de libertad.

A los veinte años descubrí en el cine Un lugar en el mundo de Adolfo Aristaráin. No sé si he encontrado mi lugar en el mundo... Como le ocurre al protagonista, tal vez no lo encuentre nunca. Sí, al menos, sé lo que es justo y lo que no lo es. Y como los personajes de esta historia me gustaría algún día luchar por lo que merece la pena y estar a la altura de mis convicciones. 

El final de Lone Star de John Sayles cierra dos tramas: la de los dos hermanos que se amaban, sin saber que lo eran;

y la de historia de Texas, construida con mitos y leyendas en las que no todos caben, en las que la verdad no siempre es bien recibida. No hay respuestas delante de un muro -y no es simbólico, como todos sabemos- para las preguntas que los protagonistas se hacen: solo seguir viviendo y cambiar estereotipos y prejuicios raciales... 

Escuchar a Trump o a Biden en la precampaña, con sus juegos de poder e influencias, demuestra que Lone Star nos hablaba a nosotros, que esos conflictos no se han resuelto ni se resolverán...

En El apartamento de Billy Wilder, en cambio, ser un hombre, ein Mensch -o una mujer, seamos modernos-, significa decir no a hipocresías sociales, negarse a aceptar el juego en el que el capitalismo nos obliga a participar, negarse a vivir mentiras que no conducen a ningún sitio. Cuando ambos personajes han hecho ese gesto liberador, solo entonces un futuro diferente, aunque sea complejo, es posible. 

Mankiewicz construyó toda su filmografía con esa reflexión entre la verdad y la mentira. La ambigüedad de las respuestas no contenta a nadie. Cada uno tiene una percepción diferente de lo que sucedió. Tal vez la única posibilidad es reírse, cuando lo has perdido todo... porque, cuando nos miramos a un espejo, como en Eva al desnudo, ¡quién sabe lo que está reflejando de nosotros mismos!

En Sed de mal de Orson Welles el personaje que interpreta una Marlene Dietrich madura y espléndida contempla el cadáver de un policía corrupto que la amó. 

"¿Qué importa lo que se diga de la gente?" 

La verdad es poliédrica, podría añadir... Marlene se aleja de nosotros. 

En Calle Mayor de Bardem las mentiras y una broma cruel de unos cantamañanas destruyen las ilusiones de una solterona. Solo le queda llorar detrás de una ventana... Una sociedad, la franquista, a la altura del betún... 

En El Padrino de Coppola, en su segunda parte, Michael Corleone recuerda una familia unida. Alcanzar el poder y todo lo que supone tiene también sus consecuencias: la soledad.

¿Y las mentiras que un ex-boxeador se cuenta a sí mismo delante de un espejo? Toro salvaje de Scorsese. 

De todos es conocido el final de The searchers. 

Hemos seguido durante todo el metraje -excepto, al principio, cuando visitó a la mujer a la que amó, casada con su hermano- a un personaje racista, violento, vengativo. Al final, acaba redimiéndose; sin embargo, está condenado a no tener familia. Siempre será un vaquero solitario. O como decir con un único plano, sin palabras, todo. 

Menos conocen el de Siete mujeres, la última película de Ford; ¡impresionante el personaje que encarna Anne Bancroft y su desesperación!

El hombre que mató a Liberty Valance es la historia de un abogado, interpretado por James Stewart, que llega al salvaje Oeste para civilizarlo. Todos piensan que él mató a un asesino, Liberty Valance, y gracias a eso construyó su carrera política. No es cierto; quien lo hizo fue un vaquero, interpretado, ¡cómo no!, por John Wayne. No solo eso; también se quedó con la mujer a la que amaba. Conocidos son la escena en que Wayne le dice a Valance: "Ese es mi filete" con la mano en el arma. O el del asesinato de Valance, visto desde dos puntos de vista. 

El final -los últimos ocho minutos- con ese conocido "En el Oeste se imprime la leyenda" se completa con un cactus -los regalos de amor que Wayne le traía a ella- y un último plano de la pareja. 

Su relación se ha basado en una mentira y es como una lámina de hielo que se quedará con ellos, hagan lo que hagan. 

John Ford no solo hacía westerns. Llegaba hasta el fondo más oscuro de la naturaleza humana.