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jueves, 7 de noviembre de 2019
LA DEMOCRACIA
"Y si todos los partidos son opuestos a tus ideales? Por ejemplo, si eres anarquista... O porque no crees en este modelo democrático que te venden cada cierto tiempo, cuando vas a votar lo que quieren que votes, es decir, a unos farsantes... Yo no votaré. Ya no me engañarán más. El problema es el sistema, un sistema democrático dirigido y controlado, muy deslegitimado y cada vez más autoritario. Como decía alguno... Si votar valiera para algo, sería delito. Como sucedió el 1 de octubre en tierras catalanas, en parte. Eso sí, todo el respeto a quienes creéis que votar a unos partidos sirve de algo. La democracia es otra cosa para mí. Puedo estar equivocado, pero no me dejan otra opción. Al menos, por el momento..."
Acabo de escribir esto en facebook. Me parece que resume bien mi posición. Era la respuesta a un "Ningún partido me representa del todo, pero si existen opuestos a mis ideales; así que deberías votar".
Hace seis meses mucha gente votó por miedo o rechazo a Vox. Entendí la reacción, pero, como se demostró más adelante, el PSOE, sobre todo, nos ha aclarado, por si existía alguna duda, que el problema no es Vox ni la extrema derecha; el problema son todos ellos. El problema no es el dedo, sino el lugar que señala...
Soy educador. O profesor de secundaria. Incluso estando en un buen centro -y creo que este año estoy en uno muy bien organizado y que funciona, bien integrado en el barrio-, tengo la sensación de que el esfuerzo que dedicamos a enseñarles -no sólo conocimientos, sino valores- está condenado al fracaso. Y además siempre he pensado que, en el fondo, los centros escolares -por lo menos, hasta que cumplen 16 años- son una especie de cárceles, más o menos suavizadas.
El sistema -que muchas veces no ofrece opciones de salida en barrios complicados- les mantiene encerrados con sus hormonas, sus conflictos, sus grandes o pequeñas tragedias en espacios cuya función principal -no nos engañemos- es prepararles para otras "cárceles", sean laborales o sociales.
Y ahí estamos los profesores, hablando con ellos, intentando marcar unos límites, una convivencia, agotándonos y de vez en cuando consiguiendo -aunque esto no lo sabrás o lo sabrás dentro de mucho tiempo- que algunos no sean carne de cañon. No acaben en la cárcel -en el peor de los casos- o explotados por una multinacional o adoctrinados y manipulados. Que sean críticos con el mundo que les ha tocado vivir. Y siendo muy optimistas, que tal vez, cuando tengan tus años, sean capaces de cambiarlo.
Sí, al final, me parece más importante el trabajo diario que hacemos todos los días en nuestro trabajo que votar cada seis meses o cada cuatro años a unos farsantes.
La democracia quizá sea eso. Está en las calles cuando sales a protestar; está en espacios donde conoces al tipo al que votas o eliges y sus intereses; no en el sitio que cuando votas, en realidad apoyas, sin saberlo o mirando a otro lado, a una empresa o a un medio de comunicación. Está en los lugares donde trabajas...
No votaré el 10N. Eso no es democracia.
Hay otra democracia, es decir, donde, ateniéndome a la etimología griega- el pueblo pueda tener capacidad de decisión, tenga el poder.
Y en esa siempre creeré, aunque sea tan difícil sacarla a la luz o distinguirla entre tanta podredumbre.
domingo, 29 de septiembre de 2019
LA POR I LA COVARDIA
Quan la por no és innocent, ja no és por, és covardia.
Joan Fuster.
Es un texto, este, el de Martin Niemöller, preciso, claro, revelador; tal vez porque sucede una y otra vez. Ahora mismo está ocurriendo, muy cerca de ti, aunque no lo sepas, aunque mires a otro lado...
La operación de la guardia civil contra el independentismo catalán, las manifestaciones y huelgas contra el cambio climático, las muertes en el Mediterráneo son un reflejo del mundo en el que vivimos. Y nos miramos en el espejo. Y sólo vemos miedo y cobardía. Somos así. Héroes y villanos, al mismo tiempo.
El capitalismo es un monstruo inteligente; o, al menos, quienes mueven sus hilos. ¿Que hay un problema global con el clima? Pues nada, unos lo negamos; otros, hacemos negocio con él. Las voces disidentes, como la de Greta Thunberg, se asimilan al discurso oficial, bien amparado por los medios de comunicación. Aunque, en el fondo, las medidas que se tomen no pondrán en peligro la esencia del modelo: explotación, consumismo, democracia dirigida.
Detener una maquinaria como esta es una empresa titánica. Sin embargo, hay que intentarlo. Los jóvenes deben hacerlo.
Recordemos que habrá quien vaya más allá y denuncie a los culpables; muchos, antes de Greta y ahora mismo, se atreven a dar nombres y señalarlos. Como Berta Cáceres. Y acaban en la cárcel o asesinados. Nadie habla de ellos.
Guardamos silencio. No protestamos.
Y a veces compramos en los negocios de sus asesinos.
Sobre el asunto catalán, dos historias paralelas.
En la primera, son terroristas. Sólo con filtraciones policiales y confesiones, que no sabemos cómo se han conseguido. Por el momento, no hay pruebas de peso. No hay bombas, no hay muertos. Sólo deseos y planes hipotéticos, inventados por no sabemos quién. Sin embargo, la propaganda ya los ha condenado.
Su objetivo es otro: provocar el miedo; controlar, mantener el modelo sin variaciones importantes. Engañarnos, para seguir haciendo lo mismo.
En la segunda, son víctimas, chivos expiatorios útiles. Ya sabes lo que te pasará si te atreves a enfrentarte a nosotros. Atente a las consecuencias.
¿Qué han hecho o dicho la gente de izquierda, preocupada por el Brexit, el cambio climático, críticos con Trump o Boris Johnson o con Vox o Salvini? Nada.
No es mi problema; no es asunto mío. Nos ponen en peligro... Son la derecha... Son egoístas, insolidarios... Hay que condenar la violencia... aunque no exista.
Guardamos silencio. No protestamos. Por miedo, por cobardía. O por egoísmo.
Mueren miles de personas en el Mediterráneo. Se les ponen trabas para llegar a la tierra prometida de Europa. Cientos mueren. Y cuando llegan, los esperan CIES, centros de detención, explotación laboral.
No es mi problema; no es asunto mío. Nos ponen en peligro... Se aprovechan de nosotros, nos quitan lo nuestro...
Guardamos silencio. No protestamos. O los olvidamos.
En un mes y pico se nos convoca para votar. ¿Votar para qué? Que no nos engañen. No es para parar a la derecha. No es para mejorar la política. No es para cambiar el mundo.
El sistema necesita consolidarse, aunque sus pies sean de barro. Y hará todo lo posible para que ocurra. Apoyando en los medios a un nuevo partido, el de Errejón; reforzando al PSOE o al PP; tomando las medidas oportunas -155, control de la información, vendiendo humo- para que no se desmande el problema catalán o cualquier otro.
El resultado debe consolidar el modelo. Ningún cambio. Monarquía privilegiada, los mismos en las estructuras judiciales, políticas y económicas; medidas al servicio de los grandes intereses.
Quizá haya alguno decorativo, como sacar a Franco del Valle de los Caídos.
La hipocresía no tiene límites.
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie".
"¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tentativas punteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual, pese a que todo habrá cambiado".
"Una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Y si unos pocos acaban en la cárcel o mueren...
No es mi problema; no es asunto mío. Nos ponen en peligro...
Guardamos silencio. No protestamos.
... Cuando vinieron a buscarme, no había nadie que pudiera...
Aún depende de nosotros que eso no ocurra.
Todavía...
viernes, 6 de octubre de 2017
L´ART DE VOLAR
"Yo soy mi padre. Mi padre soy yo".
Altarriba escribe estas palabras, al principio de L´art de volar...
El padre de Altarriba se suicidó desde un cuarto piso de una residencia de ancianos. Enseguida, su hijo entendió que fue un acto de libertad. El único que le quedaba, porque me he encontrado, al leerla, ante la historia de un perdedor. A lo largo de su vida este hombre fue perdiendo batallas, una tras otra. Traicionó sus ideales, eligió sobrevivir.
Hay una visión crítica, dura de la Historia de España. Habla de las ilusiones, de la crueldad humana, de las contradicciones que te obligan a apartar los sueños, de la miseria moral, de las pequeñas traiciones, del miedo. Habla de una época esperanzadora y conflictiva, la de la República y la Guerra Civil; de otra, oscura, terrible, la del franquismo, y de una última, hipócrita, la democrática, que cercena la libertad de manera más sutil.
Hay lirismo y poesía -la fuerza visual de Kim, el dibujante de este cómic, en algunas de sus páginas, es abrumadora- y también, un poquito de humor.
Y culpa. La culpa de su padre, que fue vencido, sometido. La culpa de un hijo que no supo conceder a su padre un último deseo. ¿La culpa de un hijo que no entendió a su padre?
Hay historias que no tienes más remedio que escribir. Si algo define esta última década es que los nietos y los hijos de aquellos que vivieron la II República, la guerra civil y la posguerra, necesitamos contar estas historias. El silencio se ha roto. El miedo, tras dos generaciones, desentierra los cuerpos, se rebela frente a viejas leyes e instituciones podridas, recupera la memoria.
El padre de Altarriba, en su juventud, tuvo ideales y sueños, aunque se viera obligado a traicionarlos. Como tantos otros. Como nosotros mismos. ¿No le ocurrió también a mi padre, aunque sus sueños no fueran la justicia social y la libertad? La libertad. Sí, los dos dejaron de ser libres, aceptaron la esclavitud del día a día, se corrompieron y, al final, se hundieron en la depresión y la desesperación. Mi padre no tuvo ese gesto final, heroico, pero buscó la muerte, la deseó. Y la encontró.
Es difícil aceptar que eres hijo de tu padre. Que eres como tu padre. Que eres tu padre.
Quizá cuando aceptas las limitaciones del hombre que te dio la vida y comienzas a perdonarlo, a entenderlo, encuentras respuestas a las preguntas que te has hecho toda la vida. Hay quien lo consigue, cuando aún ese hombre está vivo. Y están los que necesitamos años, cuando ya han desaparecido o muerto, para que asumamos lo que fueron.
Para aceptar lo que somos.
Yo soy mi padre. Mi padre soy yo.
miércoles, 23 de marzo de 2016
EL TRIBUNAL
Hay películas que desaparecen enseguida de la cartelera porque no reciben la atención de los grandes medios. Una de ellas, me temo, será El tribunal de Chaitanya Tamhane.
El tribunal es una película peculiar.
Nos encontramos en la India. Tenemos ante nuestros ojos una cultura muy diferente a la nuestra y, sobre todo, una estructura legal en el que de manera sutil funciona un sistema de castas y un racismo despiadados. La justicia no existe, porque toda la sociedad es injusta. Y quien se rebela, quien protesta pacíficamente, se convierte en un enemigo y, por tanto, puede ser juzgado y condenado. Aquí se muestra con claridad para qué sirven en muchos países las leyes anti-terroristas. No para perseguir a los fanáticos, sino para condenar al silencio a la disidencia, a los que protestan contra el orden establecido.
Por otra parte, te sorprende desde el primer plano la sencillez y sobriedad formal de la obra. Hay un estilo y un joven director con talento. Su apuesta: planos fijos. Su objetivo: quiere observar la realidad.
La realidad de los personajes.
En primer lugar, la del profesor y cantautor-aedo-poeta, que acabará con sus huesos en la cárcel, rebelde impenitente hasta el final. A continuación, la vida cotidiana de su abogado, defensor de causas perdidas, solitario en su vida privada, consciente de su impotencia y, aún así, insiste en darse de cabezazos contra los falsos testigos, las pruebas dispuestas ad hoc, las leyes o la censura. Y la vida de la fiscal, madre de familia que quiere promocionarse y alcanzar un puesto de juez que le asegure un buen nivel económico, indiferente -como millones de personas- a la ética o a la justicia. Y el juez, disfrutando con los suyos, de los bienes y las riquezas que le permite su desahogada posición social.
Y la realidad de la India.
La vida cotidiana de estos personajes nos muestra una sociedad patriarcal, machista, xenófoba, clasista...
Y entre medias, las sesiones del juicio. Juicios que se alargan meses, años, con el acusado en la cárcel. Muchos morirán allí; otros, saldrán de ella tras años de condena injusta. La justicia o los mecanismos del poder judicial aparentan equidad; es falso. No puede funcionar ningún sistema judicial si la sociedad que hay detrás lo condena a la impotencia.
El tribunal como reflejo de una democracia inútil.
Tal vez se parece demasiado a las nuestras...
martes, 23 de agosto de 2011
UNA DEMOCRACIA A SU SERVICIO

Un día de agosto después de arrodillarse ante el santo padre, Zapatero y Rajoy se llamaron por teléfono y decidieron cambiar la constitución.
¿Para qué? ¿Para hacerla más participativa a los ciudadanos? ¿Para incluir el derecho de autodeterminación? ¿Para eliminar la monarquía y saludar a la república?
No, es para controlar el gasto público. Y eso lo harán en dos semanas y sin consultar a nadie. Y luego se les votará para que todo quede atado y bien atado. Los recortes vendrán luego, haga quien los haga.
Me asombra lo seguros que están y el desparpajo con que lo hacen; tienen todo a su favor: los medios de comunicación no harán nada y les jalearán; la mayoría de la población no hará nada y les votará.
Algunos -esa minoría que no cuenta- en unas horas se han organizado y piden un referendum
Me temo que no nos harán caso. Tienen una democracia a su servicio...
¿Qué pensará el león de todo esto?
lunes, 16 de mayo de 2011
DEMOCRACIA YA

Democracia real ya.
Este año me ha tocado dar Educación para la ciudadanía.
Todos mis alumnos desconfían de los políticos, de la democracia y de sus normas.
Es comprensible. El modelo de democracia que tienen es deprimente.
No son los únicos. Somos muchos los que no creemos en unas democracias como éstas controladas por los medios de comunicación, los bancos, los partidos. Monarquías elegidas por decreto, modelos económicos cerrados, estructuras políticas anquilosadas.
Son los jóvenes los que se tienen que mover primero; siempre lo hacen. También nosotros deberíamos hacerlo o nos irán quitando más y más derechos.
Son los jóvenes los que se tienen que mover primero; siempre lo hacen. También nosotros deberíamos hacerlo o nos irán quitando más y más derechos.
Votar a A o a B no es lo importante en una democracia indirecta como la que tenemos; hay que buscar otras salidas... y aunque la protesta es un buen primer paso, no debería quedarse sólo en esto...
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