viernes, 3 de marzo de 2017

EL VIAJANTE Y LA CHICA DESCONOCIDA: UN ESPEJO A LA REALIDAD


El viajante de Barghadi y La chica desconocida de los Dardanne. 

Barghadi viene del teatro. Construye personajes poderosos. Y ese es el punto de partida para mostrar la vida cotidiana de una ciudad como Teherán y las contradicciones de una sociedad como la iraní que -se nota- conoce muy bien. 



Para los Dardanne -que siempre han apostado por el formato documental- es el espacio -la zona urbana, obrera e inmigrante de Lieja- el que crea y desarrolla los personajes que intentarán sobrevivir en un mundo acostumbrado a rechazarlos. 


Barghadi utiliza la obra de Miller para mostrar uno de sus temas recurrentes: la ruptura de una pareja.

Los Dardanne se sirven del espacio como un personaje más, indispensable. Crítica social y ética de una sociedad enferma.

                                      


¿Y qué hay en El viajante? Humillación y venganza y el descubrimiento de esa parte oscura que emerge cuando menos lo esperamos. No conocemos a la persona que amamos. 

¿Y en La chica desconocida? Es cierto que los Dardenne eligen esta vez a un personaje más cercano al espectador que va a ver sus películas: una doctora. Aunque en realidad la historia gire alrededor de otra mujer:  una prostituta inadaptada, víctima absurda de un mundo injusto. La protagonista sólo quiere saber su nombre. Que no sea olvidada en una fosa común. Vive la culpa, la obsesión, pero no se conforma; toma conciencia, se implica. 

Sea en Teherán o en Lieja, en realidad, contemplamos un reflejo de nosotros mismos. Y no siempre es agradable. 

Mirarse al espejo, antes de llevar a cabo una representación. Tal vez la última. Y se avergüenzan por lo que ven. No hay marcha atrás. Es un final. 

Aunque también puede llevarnos a abrazar a otro ser humano. La vida continúa. 

Hoy empieza todo... otra vez.