Empieza en el mar.
Un hombre grita, grita, grita;
desesperado, grita;
enfermo, grita.
Las raíces devoran el asfalto,
lo quiebran en miles de fragmentos.
La madera del olivo, el arco;
recuerda su tacto: una extensión de su cuerpo.
Cuerpos que se recuerdan,
cuerpos que se reconocen,
se revelan en otros cuerpos.
Ella; él.
Sus manos bailan en su espalda.
Sus dedos acarician lentamente,
se apresuran sin prisas,
brotan como raíces en su piel.
Las cimas: sombras de lechos marinos.
Los gatos, cuando duermen: círculos perfectos.
Vine aquí por una puerta;
ésta, rodeada de ruinas:
puerta que no es límite,
madera al borde del olvido.
La historia termina en el mar.
Siempre.

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