sábado, 9 de abril de 2022

RECUERDOS EN MOVIMIENTO (VI): OLVÍDATE DE MÍ O...


En el invierno de 2004 viví unos meses en Granada. Aún no entiendo muy bien porqué me fui a vivir allí. Sí, es una hermosa ciudad en la que estuve a gusto, pero las causas reales y profundas me obligarían a contar una larga historia que incluye, por un lado, un fin de semana tras la matanza del 11M y, por otro, a M... α y a M...  β

Estaba bastante confuso en esos tiempos. 

M... α tampoco estaba en su mejor momento en plena crisis afectiva; en los meses anteriores me había visitado en Bilbao -y le ofrecí una habitación de mi casa para dormir y ahorrar gastos-. Se había inscrito en un curso de Musicología. Me hubiera gustado conocerla mejor -me enamoré de ella, como era de esperar-, porque me pareció una excelente persona, tal vez, una de las mejores que he conocido. No fue posible...
M...  β se enamoró y se fue con lo puesto a Granada. Aún sigue allí, creo.
A M... α la volví a ver hace un año, más o menos. Me reconoció en el metro. Hablamos un rato entre estación y estación. Me alegró saber que está bien. 
A M... β la vi por última vez en un cine de Granada. Recuerdo una mirada que me heló la sangre; era comprensible. Ni me atreví a acercarme; ni intenté explicarme. He echado de menos su sentido del humor y su espontaneidad.

En fin, como ya dije, estaba bastante confuso por entonces. 

Había pocos cines de versión original. En uno de ellos estrenaron Olvídate de mí o en su título original Eterno resplandor de una mente sin recuerdos o algo parecido...

El título reducido me pareció adecuado a la situación que vivía; encajaba como anillo al dedo. Al fin y al cabo, era la historia de una pareja que volvía a cometer los mismos errores una y otra vez, aunque les hubieran borrado los recuerdos. Como si estuvieran ante un eterno retorno de lo idéntico. No podían evitarlo. Detrás del guion estaba la mente desquiciada y genial de Charlie Kaufman. 


Este final me gusta. Es un sí a la vida, como el que Nietzsche nos grita desde las montañas de Sils Maria.
Es arriesgarse y mirar hacia adelante. 
Los recuerdos no importan tanto, si dejas de pensar; sólo el futuro, si quieres despertar. 

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