jueves, 30 de diciembre de 2021

ÚLTIMAS PELÍCULAS DEL AÑO


En estos últimos días he podido ver algunas películas; todas han ganado ya premios este año y conseguirán unos cuantos más en el próximo. Algunas se acaban de estrenar; otras las veremos en el cine en poco tiempo.

Aunque comenzaré por la de Almodóvar, Madres paralelas, que se puede ver desde septiembre. 


Reconozco que esta vez he podido verla... sin pensar que era Almodóvar su director. Y eso es tal vez su mayor defecto y debilidad. Dejo a un lado la trama paralela que intenta explicarnos la ley de memoria histórica y que nos cuenta, en escenas que son discursos ideológicos y políticos -hubiera sido mejor rodar un documental sobre el tema que soltarnos ese "rollo" a través de los personajes-, la incapacidad que tiene este país de ponerla en marcha. Para los que ya sabemos la vergüenza que supone que seamos el único país que tenga a miles de muertos en las cunetas sin un entierro digno ochenta años después se agradece el gesto de Almodóvar. Para los desmemoriados o a los que no les interesa es, sin duda -y estaría de acuerdo con ellos-, la parte más floja del guión. Me pasa lo mismo con alguna referencia a la violencia de género, muy puntual, o la relación lésbica que surge entre sus dos protagonistas; son gestos de cara a la galería, que intentan acercarse al público y a sus preocupaciones actuales. Y se nota demasiado. 

La historia central que gira en torno a la maternidad, la pérdida de un hijo, se sostiene con dos buenas interpretaciones; sobre todo, la de una Penélope Cruz, contenida, en un personaje que es complejo y ambiguo; y aún así, no logra que te identifiques plenamente con ella. Todo es convencional. Y el final "feliz", al menos para los protagonistas, es forzado. Tienes la sensación de que Almodóvar ha perdido chispa. Cualquier otro podría haber hecho esta película y no hubiera habido demasiadas diferencias. Y eso, si hablamos de Almodóvar, debería preocuparle. 

Algo diferente debo decir de otros dos directores con amplia trayectoria. El contador de cartas de Paul Schrader y el poder del perro de Jane Campion. 


Paul Schrader se apoya en una puesta de escena sobria; y es todo un reto teniendo en cuenta que el argumento se mueve en un mundo, el de los casinos, que podría haberle llevado a movimientos de cámara compulsivos y a planos generales al estilo de su productor y amigo Scorsese. Los hay; son inevitables, pero el mayor acierto del guión está en un personaje encerrado en sí mismo. Y esas son las mejores escenas. La cárcel se convierte en una metáfora que recorre toda la película -tanto la de Abu Ghraib como las militares, sin olvidar las habitaciones de hotel en las que se encierra el personaje-. No puede evitar cierto tratamiento convencional, sobre todo, en los otros dos personajes secundarios, pero el protagonista y Schrader te atrapan hasta el tramo final. 

Antes de terminar con Campion, incluyo a Sorrentino que ha estrenado Fue la mano de Dios. 


Hay grandes aciertos; la primera media hora felliniana por los cuatro costados es agradable; incluso, divertida. Es brutal cómo nos cuenta lo que fue el punto de partida de la historia; según parece los padres de Sorrentino murieron asfixiados por un escape de gas y él se salvó, porque fue a ver un partido de Maradona. Quien ha perdido de manera repentina a un ser querido, como a mí me ocurrió hace siete años, reconoce ese dolor. Y Sorrentino sabe contarlo muy bien. Algún personaje, como el director teatral, provocador, un maestro espontáneo, vale su peso en oro. Pero hay otros momentos en que Sorrentino se recrea demasiado en sí mismo y, entonces, a ratos, me alejo de la historia. 

De mayor complejidad es el retorno de Jane Campion. 


El punto de partida es una gran novela, un clásico norteamericano, según parece, y eso se nota. Campion lo aprovecha, construyendo personajes retorcidos, contradictorios, crueles. Tanto la madre, que se casa con un rico terrateniente, como el hijo adolescente lo son y, en este último caso, su evolución es magistral; y también el vaquero, hermano del terrateniente, que no es capaz de adaptarse a ese nuevo mundo que se avecina; nunca es consciente ni quiere admitir que su masculinidad es frágil y eso le condena. Una trama que al comienzo se apoya claramente en el enfrentamiento entre la madre y el vaquero, al final acaba girando en una dirección muy distinta, cuando se nos coloca en primer plano al adolescente. Jane Campion sabe dar, además, al espacio una entidad propia. Sin duda, mantiene el interés hasta el final, dejando ese sabor amargo que siempre te deja quien ha sabido mostrarte el lado oscuro que todos tenemos y que no somos capaces de admitir, ni siquiera ante nosotros mismos. 



jueves, 23 de diciembre de 2021

STEFAN ZWEIG: EL MUNDO DE AYER

 


"... pero toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y sólo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, sólo éste ha vivido de verdad".

El mundo de ayer, Stefan Zweig.

Supe de Zweig hace tiempo, siendo adolescente, porque es el escritor de algunas biografías apasionantes. La de María Antonieta, la de Erasmo -casi una autobiografía espiritual-, María Estuardo... También de ensayos, novelas y narraciones cortas -la que más destaca es Carta de una desconocida, cuya versión cinematográfica de Ophuls, logra emocionarnos todavía-. 



                              

Hay una película sobre sus últimos años, Farewell to Europe. He olvidado gran parte de ella, pero recuerdo, sobre todo, el final: un plano secuencia de diez minutos que nos permite entrar en la habitación donde se suicidaron él y su esposa a la mañana siguiente. Me dejó impactado.

El final de El mundo de ayer de Stefan Zweig cierra una autobiografía muy peculiar por muchas y variadas razones.

La primera es el hombre; un judío, gran escritor, que trató y fue íntimo amigo de grandes personalidades de su época -Freud, Richard Strauss, Rilke...-, europeísta y humanista en un mundo en el que la concordia y el diálogo fueron arrastrados y pisoteados por el salvajismo y la crueldad, donde él mismo se convirtió en un "paria", un "exiliado", un inmigrante.

La segunda es la calidad literaria de lo escrito. 

Podemos recuperar en sus páginas a personajes que él conoció; sus descripciones nos traen una visión de ellos tan real que nos sorprende, tal vez porque sólo hemos leído sus obras y no imaginamos ni remotamente las personas de carne y hueso que había tras ellas. Algunas son tan vívidas, sobre todo al definir su carácter, que nos parece estar allí mismo junto a Zweig. Las de Freud, Croce, Gorki, Richard Strauss o las de sus amigos Rolland o Verhoeven nos dejan esa sensación, ese poso.

Es capaz como pocos de describir un ambiente. Lo hace cuando nos traslada a la época "dorada", anterior a la primera guerra mundial. Esa Viena y esa Europa confiada, ingenua, encorsetada en ámbitos tan decisivos como la educación o la sexualidad, ligera y despreocupada en sus teatros y tabernas y que acabará por desaparecer. Consigue llevarnos al periodo de "entreguerras", el de las hambrunas y las "revoluciones" y revueltas de nazis y comunistas; el de la ilusión breve de una prosperidad trufada de peligros y terrores, el que llevó a Hitler y Stalin al poder. Fue testigo de cómo el último emperador de los Habsburgo abandonaba Austria y de cómo los nazis se hacían dueños de las mentes y corazones de sus contemporáneos.

Ningún libro de historia es capaz de contarnos tanto y tan bien como lo hace Zweig con su prosa sobria y sencilla. 

No hay nada que sobre en este libro. Las anécdotas y detalles nos ayudan a entender ese mundo mejor que los grandes acontecimientos históricos o la propaganda o las narraciones ficticias o novelas históricas.

Su pasión por los grandes artistas del pasado y su interés por conocer el origen de la creación -el misterio de la creación como él lo llama-, le llevó a coleccionar sus manuscritos; tenía los de Balzac, Beethoven, Mozart, Goethe... 

¿Tal vez los suyos, -en la imagen inicial tenemos el de sus Diarios- nos ayudarían a comprender su talento, su espíritu?

Por último, mientras leemos el libro, nos damos cuenta que ese mundo del que habla, el nuevo mundo en el que se había impuesto la desconfianza y en el que la libertad individual quedaba constreñida y pisoteada, donde el desastre se veía venir, aunque todos negaran su existencia, es también el nuestro. 

Y como sus contemporáneos no queremos verlo. 

Por eso Zweig es tan moderno. 



jueves, 4 de noviembre de 2021

REALIDAD

 


"La estoy olvidando. Al principio, sí, me acordaba de ella todos los días, pero ahora... la he perdido". 

Mi madre está pensando en la abuela. 

Yo mismo le acababa de confesar: "Hubo meses, años en los que estaba convencido de que la abuela seguía viva. Creé, mientras soñaba, una vida paralela con ella que nunca existió".

Era extraño estar con mi madre, verla, incluso hablar de estas cosas; incluso podía escuchar al otro lado del pasillo la voz de mi padre. 

"Creía que estabais muertos".

"No, ya ves que estamos aquí... Debes haberlo soñado..."


Abro los ojos. 

Sí, aquí están muertos. Reconstruyo casi todo el sueño, mientras me ducho. Durante un par de horas me pregunto, confuso, qué es real, si lo que he soñado o lo que estoy viviendo. 

Fuera, en la calle, hace frío. Ha llegado el invierno. 

Me duele el talón; camino con dificultad desde hace un mes. Envejezco. Doy una clase de griego. Escucho los gritos de un grupo de adolescentes en el patio.

Mi mente, mi cuerpo se adapta, acepta las reglas de este mundo.

Me veo obligado a asumir esta realidad en la que ellos ya no están. 


sábado, 30 de octubre de 2021

LA INFANCIA: ESQUIRLAS Y LA PRIMERA NOCHE





Esquirlas nace del pasado, del dolor colectivo, del dolor familiar.

En noviembre de 1995 en Río Tercero, Córdoba, Argentina, estalló una fábrica militar, que se encontraba muy cerca de la población. Siete muertos y centenares de heridos. 

Por entonces Natalia Garayalde tenía doce años. Cogió la cámara de su padre y comenzó a grabar. En principio era un juego... hasta que dejó de serlo. 

Años después recuperó las cintas grabadas por su padre y ella misma y las ha convertido en un documento que va mucho más allá de la denuncia política. 

Si bien es cierto que Menem y otros muchos a su alrededor -entre ellos, la propia judicatura- ocultaron que fue consecuencia de un negocio turbio en el que estaban implicados, detrás de este telón de fondo hay una historia familiar que, pasados los años, dejó una herida sin curar. 

El mundo ideal de la infancia se cerró tras esta tragedia. Las muertes familiares, el cáncer, las mentiras oficiales, la pérdida de la inocencia.

Lo cuenta con sobriedad, sin sentimentalismos, aunque en esta historia haya emociones íntimas y dolorosas. Pérdidas y ausencias, narradas con sencillez. 

En La primera noche, un niño entra en el metro, siguiendo a una niña, y se queda allí hasta que amanece. Música de Delerue, sutil, delicada: un abrazo en medio de la noche. Dirigido por Franju: una mirada tierna.

Historia que contiene en escasos veinte minutos toda la magia de la infancia: el descubrimiento, la ingenuidad, los sueños. Pero la mirada es la de un adulto, consciente de que siempre sentiremos una frustración inmensa, cuando nos hagamos mayores; que perderemos lo que deseamos, aunque nos esforcemos en apretarlo y agarrarlo desesperadamente entre los dedos; que la tristeza y la nostalgia irán dejando esquirlas en el cuerpo. 

Y no podremos evitarlo. 

Y, aún así, siempre nos quedará ese momento, ese tiempo utópico, en que el mundo era perfecto, o eso pensábamos... 

lunes, 11 de octubre de 2021

SCIAMMA Y OLIVEIRA: PETITE MÈRE Y AMOR DE PERDICIÓN

 


Oliveira que vivió más allá de los cien años -y dirigió algunas películas hasta esa edad- no es un director fácil. Es más, a veces, te resulta pesado y aburrido. 

Amor de perdición, basada en la novela de Castello Branco, sí funciona a pesar del estilo parco y seco del director portugués. Y eso es gracias, seguramente, al punto de partida. 

Castello Branco, autor decimonónico, bebe de las fuentes de la novela realista de Balzac. Disecciona las emociones e intereses humanos y no oculta en sus historias una crítica feroz al sistema de valores reaccionario y esclerotizado de una época moribunda que se negaba a desaparecer. En esta novela el protagonista es su tío, cuya historia, como él mismo cuenta, era una de esas narraciones familiares que escuchaba de niño en casa. No fue su primera novela. Su obra literaria comienza con Misterios de Lisboa de la que también tenemos una magnífica versión cinematográfica, la de Raoul Ruiz. 

Raoul Ruiz se deja llevar por esa novela río de Branco -con el Tajo al fondo- para jugar con el espectador. El humor y las referencias metalingüísticas fluyen durante las cuatro largas horas de metraje. No hay tiempo para aburrirse con personajes que se cruzan y se encuentran, se separan y se alejan y en el que el azar se convierte en un protagonista más y la tragedia, el deseo, el amor correspondido y no correspondido, la muerte se entretejen de una manera maravillosa.

La novela de Historia de perdición es más líneal y Oliveira elige un estilo más depurado, bressoniano por llamarlo de alguna manera. Funciona, a pesar de todo. Los personajes parecen condenados a su destino trágico y nada pueden hacer por evitarlo. 

En este caso, la elección de Oliveira es acertada. Quedamos atrapados, como ellos, en una red social obsesiva y agobiante. Con planos fijos, secuencias largas; no podemos escapar, como los personajes de esta triste historia familiar, con el Duero, como fondo de la representación. 

Cambiando de tercio y volviendo al presente, Cèline Sciamma ha presentado en Donosti su nueva película, Petite Mère. Muchos dirán que sólo es una pequeña joya -no sólo porque el personaje principal sea una niña o por su metraje, que no llega a la hora y media- y estarán en lo cierto. Sin embargo, aunque no la considerarán lo mejor de su filmografía y, por tanto, no ganará muchos premios a causa de la humildad del planteamiento, se equivocarán. En lo pequeño a veces encontramos las claves de una gran artista.


La muerte de la abuela obliga a madre e hija -la nieta, nuestra protagonista, Nelly- a visitar la casa familiar, en el campo, donde la fallecida vivió sus últimos años. Desde el principio se establece una relación muy estrecha entre la madre y la niña. Cuando la madre desaparece, deprimida por la pérdida -el padre se queda, aunque su papel es secundario-, Nelly encuentra a otra niña en los alrededores. Pronto se da cuenta de que ha hecho un viaje en el tiempo: esa nueva amiga es su madre. La forma de descubrírnoslo es tan sencilla como elegante. El espacio cambia en esos viajes temporales, pero de manera muy sutil. Es la misma casa y, al mismo tiempo, no lo es. 

Todo resulta perfectamente creíble y no necesita de efectos especiales ni grandes medios. A Sciamma solo le interesan las emociones y el frágil y, al mismo tiempo, firme hilo que une a una madre y a su hija. 

Sencilla, elegante, sin necesidad de resaltar lo obvio, la película va mucho más allá de lo que parece a primera vista. Se habla de la pérdida de los seres queridos, de cómo despedirte de alguien amado que va a morir, del paso del tiempo, de las relaciones familiares, de los secretos olvidados, de la madurez y el descubrimiento de uno mismo. Y Sciamma lo hace con sobriedad. 

En la sencillez, casi siempre, encontramos el verdadero talento. Y Sciamma, sin duda, lo tiene. 



sábado, 25 de septiembre de 2021

LA ADOLESCENCIA, EL FARSANTE Y EL COMPROMISO: JONAS TRUEBA Y JEAN GABRIEL PERIOT


La adolescencia es un momento complicado. Todo es posible y una sorpresa y un riesgo. Las emociones son difíciles de controlar. La vida gira a tu alrededor y no sabes qué hacer. Si te equivocas, los errores no pesan tanto... Aunque entonces, cuando somos jóvenes, lo parezca...

Jonás Trueba ha presentado su nuevo trabajo en colaboración con un grupo de adolescentes en el festival de Donosti. Más de cinco años compartiendo cambios y perspectivas con ellos. Hace un par de años vi un primer esbozo, aún sin montar ni definir del todo. 

No puedo decir mucho de la versión que ha presentado, Quien lo impide, en el festival de San Sebastián. En primer lugar, porque ha reducido horas de metraje en una hora y media escasa. En segundo lugar, ha añadido los años de la pandemia a esa visión de la adolescencia. 


Sin embargo, no creo que ni el tono ni el planteamiento haya variado, por el trailer, que sí he visto. Y sé lo que me gustó y lo que no me gustó de esa propuesta...

Y para eso, para decir lo que me pareció, me apoyo en otro experimento colaborativo: el de Jean Gabriel Periot, Nos defaites; Nuestras derrotas. 


Periot es un director muy interesante. Se movió al principio en el mundo del video-arte experimental. Lo que nos ofrece es un punto de visto directo, comprometido, político en el sentido más amplio y honrado del término. 

Lo experimental va de la mano con su interés por la historia y el cine o la fotografía en casi toda su obra. Queda claro en este cortometraje de diez minutos sobre Hiroshima.


Si queremos entender el presente, hay que comprender y profundizar en nuestro pasado. Lo demás es mirar a otro lado y justificarnos, mientras lo hacemos. Y son muchos -artistas o no- los que prefieren no comprometerse o no molestar al poder establecido o al fascismo que empieza a sernos familiar en el día a día, aunque oculte su rostro de manera más o menos sutil. 

Esta actitud de Periot es cada más evidente en sus largometrajes documentales o de ficción. El cuarto, Regreso a Reims, aún por estrenar, y que también se puede ver estos días en Donosti, en la sección Tabacalera, recorre la historia de la clase obrera francesa desde los años 50, partiendo de una novela-ensayo de Didier Eribon. 

Aquí, en este enlace, hay algunos clips o escenas del documental. 

Periot, sin abandonar algunas ideas -experimentales y bastante atractivas de sus primeras obras-, toma desde hace unos años un camino contundente o, por decirlo de otra manera, narrativo. 

El punto de partida de Nos defaits es parecido al de Jonás, pero Periot va más allá, en mi opinión. Trueba se queda en la superficie; nos habla, teniendo como referencia ese nuevo género tan de moda hoy en día en el que la ficción y el documental se mezclan, de una realidad compleja y que merece ser tratada desde nuevas perspectivas, sin duda. Son ellos, los chicos, quienes nos cuentan sus experiencias, su visión del mundo, y eso da frescura a lo que vemos, pero Trueba marca un tono general y este es amable, agradable, asumible para un gran público. Y para mí esa decisión es decepcionante.

Periot es más valiente. Va mucho más lejos en todos los sentidos. Primero, porque su apuesta estética es mucho más interesante. Su punto de partida es metalingüístico; propone a un grupo de adolescentes que interpreten escenas de películas políticas y comprometidas de los años sesenta y setenta. Y lo hacen muy bien. La vuelta de tuerca viene a continuación, por supuesto. ¿Qué piensan ellos, como jóvenes, ahora en el siglo XXI, de los conceptos que estaban de moda entre los adolescentes de hace dos generaciones: revolución, rebeldía, comunismo, capitalismo? ¿Son posibles en la actualidad? 

Las respuestas retratan muy bien a una generación con unas expectativas que nada tienen que ver con las de sus abuelos. La decepción, la sensación de que no se puede cambiar nada, la desilusión por lo político, la ignorancia de conceptos claves.


Trueba se queda en el presente; no arriesga. Periot, en cambio, mira al pasado, lo reinterpreta, da sentido a este presente en el que sólo nos caben derrotas. O, si acaso, aunque sepamos que vamos a perder, luchas dignas. 

Trueba no es valiente o es simplemente un tipo -aunque venda otra cosa y hable de experimentos- bien asentado en el sistema. Ha buscado un producto que guste a todos: a sus chicos y al gran público. Es una elección, respetable, sin duda, pero cobarde, en el fondo.

Periot da un paso más. El compromiso es eso. Mostrar la realidad, hablar de política, la de verdad, la que nos afecta a todos, aunque no guste lo que digas, aunque resulte incómoda o, precisamente, por eso. Quitar las máscaras a una realidad que no deja de ocultarse bajo eufemismos y buenas intenciones.

Lo demás es farsa. 

Lo siento. Trueba es un farsante. 

Periot, por el contrario, no. 

Esa es la diferencia entre una representación y el compromiso. 


lunes, 30 de agosto de 2021

VARIAE


Habiendo vista una media de una película por día - a veces, tres- tendré que hacer una selección. Elegiré una de cada apartado temático.

1. Animación:

La mejor sin discusión o, al menos, la que más me impactó fue Watership Down -Orejas largas (desafortunada traducción; sería más bien, la colina de Watership).


Fiel adaptación de un relato infantil en el que se narra la odisea de un grupo de conejos que deben encontrar un nuevo lugar donde poder sobrevivir. La historia que comienza con una especie de explicación mítica del origen de los conejos con dioses y castigos, que se asemejan al Génesis, es cruel y no oculta la dureza de la naturaleza y su violencia -con planos terribles de conejos desangrándose o asfixiados-. Una parte recuerda a Animal Farm, otra maravilla de la animación, 


con su crítica a los regímenes autoritarios -el mayor enemigo de estos conejos resulta ser una especie de dictador que anula la libertad de los demás-. 

Aunque pueda parecer una historia para niños, va dirigida a los adultos. 

Alegro, non troppo es una selección de extractos musicales animados -al estilo de Fantasía, con cierto aire paródico-; dos de ellos destacan por su imaginación y sensibilidad.

El vals triste de Sibelius: fantasmas o recuerdos de un gato, podría llamarse. Seis minutos llenos de ternura.


Y el Bolero de Ravel. Intenso, apasionado, brutal. Quince minutos sin descanso. 

2. Películas de vampiros:

Aparte de los clásicos; ya se sabe, Bela Lugosi, Christopher Lee, Coppola, volvimos a ver Nosferatu de Murnau. 


Aunque algunos aspectos nos resulten extraños, no ha envejecido casi nada. Sigue manteniendo la inquietud que debió provocar en los espectadores de su época. 

Cincuenta años después Herzog hizo un Nosferatu, fiel al original. Su gran acierto es mantener los aciertos de aquel, adaptándolos a un estilo de cine muy diferente. Y consigue, por ejemplo, que la Naturaleza nos parezca inquietante o que los actores principales -Kinski y Adjani- encajen con el estilo a la perfección.


El comienzo es un gran acierto -cadáveres momificados en el estertor de la muerte-. En general mantiene, como he dicho, su fidelidad al estilo y el espíritu de la obra original, pero aporta una visión personal y particular. 

3. Películas "filosóficas":

O de filósofos. La de Wittgenstein de Derek Jarman serviría para dar a conocer de manera sencilla su filosofía y vida. No es un obra redonda, pero nos ofrece una visión interesante; rodada con muy pocos medios, casi como una obra teatral. No oculta el carácter irascible y obsesivo de este genio, como se refleja muy bien en su incapacidad para enseñar a los niños -cuentan las crónicas que estos le tenían miedo-.


Con otro estilo tenemos El caballo de Turín de Bela Tarr, su testamento fílmico. Sólo se menciona al comienzo y en una narración en off la anécdota de Nietzsche y el derrumbe mental que supuso la visión de un caballo golpeado en las calles de Turín. El resto del metraje, empezando por un plano inicial sin concesiones,


es otra cosa... o tal vez no lo sea; tres personajes: un caballo, el propietario y su hija. La repetición de gestos: levantarse, vestirse, comer, recoger agua, entrar en el establo, sólo conduce a los personajes a lo largo de seis días a un hastío existencial sin salida. La Naturaleza hunde al ser humano, a los seres vivos -también al caballo- los condena al infierno. El estilo frío, seco no da opción al espectador. Quizá sea la película más nietzchiana y existencialista, sin que tengamos necesidad de que aparezca él mismo. Su espíritu sí está ahí... Como ejemplo, estos quince minutos de metraje... 


4. Películas recientes:

Me atrajo Annette. Todo musical es una estilización. Leo Carax siempre ha buscado eso en sus películas; pero en esta lo lleva al extremo. La historia es sencilla; podría haberse contado en media hora. Quizá su mejor aportación es ser capaz de ir más allá de lo convencional y jugar con el espectador -lo hace en el prólogo y el epílogo donde los actores se dirigen a nosotros sin dejar de cantar-. Logra emocionar -aquí está la escena final-, aunque para eso tengamos que aceptar sus reglas de juego. 


Las mil y una es una película argentina estrenada este mes de enero. Realista con cámara en mano recuerda en el fondo y forma a ese cine que quiere mostrar los entresijos de un mundo duro y despiadado que ha dado, en mi opinión, lo mejor del cine francés o latinoamericano. En muchos aspectos, sobre todo en los temas tratados, me recuerda a películas como La vida de Adèle o Girlhood de Sciamma. 


Los medios no son los mismos que tienen en Europa y Clarisa Navas, muy inteligente, apuesta por centrarse en un único tema: el desarrollo de la identidad sexual de una adolescente, jugadora de baloncesto, y, de manera secundaria, la de sus dos hermanos. Y se apoya no sólo en sus propias experiencias sino, sobre todo, en un estilo sencillo, sin música ni grandes efectos ni un guión muy complejo, que le permite reflejar de fondo el ambiente en el que se mueven los personajes: un barrio donde, con unos pocos trazos, señalados, mientras seguimos a la protagonista, intuimos que hay marginación, pobreza y delincuencia. 


Sin embargo, el contexto social -ese barrio de una ciudad de provincias- tras esa elección se convierte en un escenario, mostrado con gran talento, como ya he mencionado, sin necesidad de remarcar ni enfatizar; está en un segundo plano -escuchamos disparos, vemos en una ráfaga a unos policías deteniendo a un joven, se habla de drogadicción, prostitución-. Nada de violencia; ni siquiera vemos -solo lo escuchamos- cómo un hombre golpea a su caballo. Se insinúa en alguna escena -determinados comentarios machistas, miradas de los hombres, sexualidad, más o menos, forzada y despreciativa de estos (en la sala de fiestas o en una escalera de un edificio)-. Es una elección e, incluso, me parece muy atractiva, como si lo viéramos a través de una mirilla, tanto ella como nosotros, los espectadores.

Echo en falta, eso sí, que los protagonistas, la protagonista o los adultos se hagan una pregunta clave: ¿qué vas a hacer con tu vida si los estudios no sirven para nada, como dice ella en dos ocasiones, tras haber sido expulsada del centro educativo y del club de baloncesto? ¿Y los adultos? ¿Dónde están? La directora ha decidido que no lleven a cabo su tradicional función represiva o correctora; la madre es sensible y tierna, pero no se entera de nada; las tías son cotillas, pero no ejercen ningún control. El padre está desaparecido. 

No es el tema; decide centrarse en la relación que mantiene la protagonista con una chica conflictiva de pasado turbio y presente inquietante que, por otra parte, está muy bien contada desde sus inicios hasta el abrupto final.

La conclusión abre otra historia. No parece que la protagonista pueda vivir, como lo ha hecho ese verano, en un mundo en el que solo caben la toma de conciencia de sus emociones y la madurez de su identidad sexual, ajena al mundo que la rodea o intentando mantener distancias. Ni que nosotros, como espectadores, podamos tampoco ser ajenos. Deberá enfrentarse a él y tomar decisiones; pero esa es quizá otra película, una que Clarisa Navas tendrá que hacer algún día, si quiere convertirse en una gran directora. Talento no le falta. 

Bueno, se acabó el verano. Y el tiempo de las cerezas. 







lunes, 9 de agosto de 2021

LAS RELACIONES DE PAREJA: HAMAGUCHI Y BRAC

 


Gran parte del cine contemporáneo se construye bajo los parámetros de un tema obsesivo: la incomunicación. La pareja no es más que la excusa para reflejar una realidad mucho más profunda que afecta a toda la sociedad en su conjunto. En la Historia del Cine hay numerosos ejemplos; quizá el más conocido por el cinéfilo sea casi toda la obra de Antonioni y, sobre todo, su El eclipse. Aquí tenéis dos escenas. Una, en la que el espacio nos descubre los pensamientos y emociones del personaje.


Y otro, donde las palabras ocultan esas mismas emociones. 


En la actualidad tenemos a estos dos cineastas: Hamaguchi y Brac.

La opción de Brac es simple. Trabaja con actores en un taller y a partir de una idea sencilla, que repite en todas sus obras, según parece -verano, vacaciones, relaciones de pareja ocasionales- construye un juego de seducción que te recuerda a Rohmer, tanto en la forma como en el fondo. Esta escena de Contes de juillet es un buen ejemplo. Cuatro personajes, jóvenes, conociéndose un 14 de julio. Las miradas de seducción ocultan, en realidad, la incapacidad de comprender al otro.

      

Al final, la protagonista se queda sola, tras una discusión, y escucha por la radio los atentados ocurridos en Marsella. Un epílogo suaviza ese mal sabor de boca, dejando que la vida continúe su curso, pero ha sido suficiente para que descubramos, detrás de esa aparente superficie, conflictos más profundos. 

Eso también lo vemos en su última película, Al abordaje. 

Gusta de los finales felices o, al menos, de aquellos que no dejen a los protagonistas un daño irreparable. Es un aprendizaje, como suele ocurrir en este tipo de películas, pero Brac no llega o no quiere todavía profundizar en los mecanismos de incomprensión entre el hombre y la mujer, entre los seres humanos. Su planteamiento es ligero; eso no es óbice para que sus personajes sean creíbles y funcionen dentro de la estructura narrativa que el taller ha creado. 

Más maduro o más complejo es Hamaguchi. De sus primeras películas poco puedo decir. 

Hablaré de las tres últimas, las que han llegado a los festivales y le han convertido en un director de prestigio.

Happy hour es un título con retranca. No hay nada que haga pensar en esa "hora feliz", después de ver la película, a no ser aquellas horas que comparten las cuatro amigas protagonistas. Son cinco horas -esa es su duración- que no dejan indiferente ni aburren al espectador; más bien, al contrario, te atrapan y dejan ese poso sutil y subliminal, más allá de lo que se nos cuenta. 

Podríamos decir, resumiendo en unas líneas el argumento, que es la historia de cuatro amigas de la adolescencia que tienen su crisis de los cuarenta, lo que les hace replantearse todo el mundo que han construido hasta ese momento. 

Los momentos decisivos son, en primer lugar, un taller "entre el zen y el autoconocimiento" que se nos muestra en su integridad -minuto 30 a 55- y, después, la lectura de un relato corto ante un auditorio por parte de una escritora joven -desde las tres horas, 25 minutos a las tres horas 55-. A ambas situaciones les sigue un encuentro posterior en un restaurante que hace explotar las emociones que habían surgido con anterioridad, aunque fuera de manera inconsciente. Si el primero sirve para mostrar las debilidades de las protagonistas, que giran en torno a sus relaciones de pareja, la segunda les obligará a tomar una decisión y cambiar el rumbo a tres de ellas -la otra ya lo había hecho con anterioridad, y fue el desencadenante de la historia-. 

El estilo elegido -lo que distingue a un autor maduro de otro que no lo es- se puede observar en esta escena que pongo a continuación; la primera mujer, que ha decidido buscar refugio en una asociación, ya que su marido la acosa y se niega a divorciarse, -aunque no haya violencia, la posición de la mujer es más frágil-, se encuentra con el hijo de una de sus amigas que ha dejado embarazada a una compañera, la cual ha tomado la decisión de abortar. A continuación, el viaje en barco de esta, y en un corte la amiga, la madre del chico, como si fuera un sueño, despierta en su casa, escuchando el ruido del mismo barco.


Tres años después, en 2018 estrenó Asako I y II. En este caso elige a una única protagonista, Asako. En la primera escena que aquí pongo, conoce al que parece, a todas luces, un gran amor. Enamoramiento instantáneo. 


A los seis meses el chico desaparece. Dos años después conoce a otro de un gran parecido físico, pero muy diferente de carácter. Por supuesto, aunque estén juntos, ella no ha olvidado al primer chico que volverá a reaparecer. Y tendrá que elegir, claro. 

Bajo una historia, en apariencia convencional, se esconde un tratamiento diferente con personajes verosímiles y bien construidos, cuya evolución se nos hace perfectamente creíble. 

Para terminar su última película, Drive mi car, presentada en Cannes este año, aún sin estrenar, basado en un relato de Murakami. El coche se convierte en el elemento en el que los personajes desnudaran sus traumas y conflictos. El diálogo es esencial, como también el tratamiento del mundo interior de los personajes. Aquí tenemos, una detrás de otra, tres de las escenas. 

Hamaguchi habla de la incomunicación: ese es el tema principal, pero tal vez también estemos hablando de otros más: la presencia del pasado y de los muertos y su reflejo en lo que somos, la necesidad de compartir y de asumir los cambios, la inconsistencia de este mundo en el que vivimos. 








martes, 3 de agosto de 2021

DIRECTORAS DE CINE (y IV): 1991-2021

 


Entramos en una etapa muy diferente. Aunque siguen siendo minoría, las mujeres comenzaron en los años ochenta y noventa no sólo a asumir puestos de responsabilidad en el cine, sino también a tratar temas propios, cercanos, contemplados desde su propio punto de vista, sin censuras y con muchos más medios, en general. 

Hablamos ya de una generación que, a pesar de algunas limitaciones que nadie puede negar, ha encontrado más posibilidades que sus predecesoras para contar lo que ellas quieren. 

Esta no es más que una selección. Afortunadamente hay mucho donde elegir. Cada vez más. Y como ocurre con los hombres, hay de todo: genial o desastroso, atractivo o convencional, radical o acomodaticio. 

Hollywood:

Sally Potter. Orlando fue su obra más reivindicativa con la historia original de Virginia Woolf. 

Jane Campion. Mi preferida es una de sus primeras películas: Un ángel en mi mesa. Las que hizo después me gustan mucho menos. 

Kathryn Bigelow. En tierra hostil. Por mencionar una de ellas. Primera ganadora de un Óscar y excelente directora que domina el género de acción. 


Sofia Coppola. Las vírgenes suicidas. Irregular, pero con aciertos sorprendentes. Y grandes desastres. Empieza a parecerse a su padre. Lo cual no es malo, teniendo en cuenta que es Francis Ford Coppola.


Greta Gerwig. Como actriz la recuerdo en Frances Ha, dirigida por su pareja, Noah Baumbach.

Ladybird. Está empezando y su cine, si no se traiciona a sí misma, puede ser muy interesante. 


Mujercitas en el 2019. Después... Habrá que esperar. 

Cine independiente, más o menos:

Mia Hansen Love. Como Gretta Gerwei, es una actriz que se ha pasado al otro lado de la cámara; en este caso con un cine más psicológico. El edén. 


Como también ocurre en El porvenir. 

Lynne Ramsay. Los detalles construyen un cine muy complejo con personajes desarraigados. 


You never were here es su última obra. Me recuerda a Peckinpah y Scorsese. 


Kelly Reichardt. La primera vaca. Ternura trágica. 

Alice Rohwacher. Lázaro feliz.


Miranda July. No puedo evitar sentir una gran ternura por sus historias y personajes. El futuro y Tú, yo y todos los demás. 



Cheryl Dunye. Una muestra de cine radical, alternativo. 

Una de sus primeras películas fue The watermelon woman. Un falso documental sobre una directora y una actriz negra en los años treinta, lesbianas ambas. Resulta curiosa la coincidencia con la vida de una de las primeras directoras del Hollywood clásico. Combinada con una historia paralela en la actualidad, fresca, ligera, que nos recuerda a Clerks. 

Otras cinematografías: 

Lucrecia Martel. Directora argentina. La zona oscura de nosotros mismos. La ciénaga. 

Dorota kedzierzawska. Polonia. Un tratamiento visual diferente. De su primera etapa: Nada. De su última etapa: Time for die. 



Ghalya Lacroix. Tunez-Francia. Es curioso. Empezó como actriz interpretando a la protagonista de una película dirigida por una mujer, Moufida Ttatli. Los silencios del palacio. 

Guionista de Abdelatiff Kechiche. Me pregunto si acabará dirigiendo en algún momento. Dejo ahí esta posibilidad... 


Mati Diop. Francia-Senegal. Atlantics. Su primera película. Sugerente e inquietante. 

India. Mira Nair. Bastante conocida por la Boda del Monzón, con la que ganó el León de Oro. 


Japón 

Naomi Kawase. De larga trayectoria. Su última película, Madres verdaderas. 


Bulgaria. Mina Mileva y Vesela Kazakova. Tras varios documentales que revisaban la historia de su país y, amenazadas de muerte, llegaron a Inglaterra y allí han hecho una primera película de ficción en la que no han abandonado ni su talante social ni su estilo. 


España: Gracia Querejeta, Coixet, Iciar Bollaín. Las primeras películas de Carla Simón, Andrea Jaurrieta o Nelly Reguera, Elena Trapé -las últimas mencionadas proceden de la ESCAC, de donde están saliendo ideas muy frescas-.

Y para terminar, dos figuras relevantes, consolidadas hace tiempo y con un gran futuro y que, a su manera, siguen buscando nuevos caminos. 

Andrea Arnold. Fish Tank. 

Cumbres borrascosas en una versión nueva, visualmente te atrapa. 


La próxima, The cow. El punto de vista: dos vacas. 

No se puede decir que se conforme con lo de siempre.

Celine Sciamma. Nos abrió boca con Girlhood, mostrando a sus personajes en los barrios más difíciles de Francia.


Y por ahora ha cerrado con Retrato de una mujer en llamas. ¿Manifiesto feminista? ¿Interpretación de la Historia bajo una nueva perspectiva de género?

Las mujeres ya no miran a un espejo deformado por siglos y siglos de dominación masculina para poder reconocerse. Ahora son ellas mismas las que construyen su realidad con luces y sombras, mentiras y verdades, errores y aciertos. 

Han empezado a escribir su propia Historia. 






DIRECTORAS DE CINE (III): 1961-1991

 


Comenzamos en la Rusia Soviética. 

En un mundo de hombres destacaron dos de ellas. Es curioso -o quizá no lo sea tanto- que en el panorama comunista hubiera muchas directores de gran talento poco conocidas en Occidente. Y este desprecio no me sorprende tanto.

Sheptiko es, sin duda, una de ellas. Dos películas destacan de una gran filmografía. 

Alas nos habla de una funcionaria-profesora que vuelve una y otra vez a los recuerdos de su juventud cuando fue una gran aviadora. La idea del tiempo obsesivo y resbaladizo, como ya veremos en otras directoras de esta generación, es una constante. El viaje de una mujer al interior de sí misma. 

                         

Asas (Krylya, 1966) de Larisa Shepitko | Legendado em Português from Clássicos de Mulheres no Cinema on Vimeo.

Su gran obra es Ascent. Tiene uno de los finales más hermosos y terribles y poéticos de la historia del cine. Y no estoy exagerando.

Cuatro personas van a ser ejecutadas por los nazis en un pueblo como castigo y venganza. Nadie ha contado algo así como lo hizo Sheptiko. Ni siquiera Tarkovski. Solo podemos mirar y emocionarnos... 

No hay nada más que decir.

Muratova logró trabajar hasta el siglo XXI. Era un verso libre. Experimentó desde el principio con todos los procedimientos técnicos. De una obra tan amplia habría que destacar la primera, Breves encuentros. Tiene uno de los flashbacks más originales de la historia del cine. Con una estructura caótica, desordenada, sorprendente. 


Minuto 32. Nadia ha llegado del campo; acompaña a Valentina a un piso de protección oficial. De repente vemos de espaldas a Nadia y se produce el salto temporal y espacial. Nadia ya no está allí, sino en una carretera y, a lo lejos, vemos a la ¡¡¡misma Nadia!!! caminando con otra mujer. En el mismo plano el presente y el pasado. 

En 1990 hizo El síndrome asténico. Surrealismo sin cortapisas. Locura sin excusas; un verdadero retrato de una sociedad en descomposición. 


Marta Meszaros construyó un cine muy cercano a sus vivencias. En Adoption se apoya en dos personajes femeninos complejos y contradictorios, independientes y que acaban acercándose a pesar de sus diferencias. 


En los años ochenta dirigió una especie de autobiografía en la que recuerda no sólo su propia vida sino la de la generación que sufrió la persecución estalinista y soviética, sin olvidar a sus propios padres, víctimas de esa persecución.


En Suecia destacó Mai Zetterling. En Las chicas el feminismo entra de manera nada sutil con tres actrices que interpretan la obra de Lisístrata. No dejó indiferente en su época. Es una gran bofetada a la idea tradicional sobre la mujer y su papel en la sociedad.                     

En Oriente hay dos nombres: la iraní Marua Nabili y la china C. Tang con su The arch. Es difícil encontrar sus películas y descubrirlas. 


En Occidente en los años sesenta y setenta empiezan cineastas radicales, conscientes de sus derechos y dispuestos a defenderlos. Es un feminismo militante. 
Ya hablé de Barbara Kopple y su magnífico documental Harlan County. Discurso político, realismo social y lirismo. 
 


Lizzie Borden -pseudónimo que tomó de una asesina del siglo XIX- en un falso documental llevó aún más lejos la toma de conciencia política en su Nacida en llamas. Radical sin matices. No caben las falsas equidistancias en un mundo injusto tanto para los que no tienen como, sobre todo, diría Lizzie, para las mujeres. La violencia es la única opción.


Alison De Vere recoge la tradición del surrealismo con el mundo de la animación. El resultado es Black dog.


Otra mujer que ha buscado temas cercanos a sus vivencias es Martha Coolidge. En Not a pretty picture su violación a manos de un compañero de clase; en Old fashion woman entrevista a su bisabuela. 
En este enlace hay algunas de sus películas en vimeo: COOLIDGE

España fue un desierto. Las primeras valientes del cine mudo no llegaron al sonoro. Y después, ya sabemos qué pasó: la guerra civil y tres décadas de franquismo. Sólo en los sesenta y setenta surgieron unos pocos nombres: Ana Mariscal con El camino, 


Josefina Molina, Cecilia Bartolome y.... Pilar Miró. 
Más conocida por su última etapa, es de destacar El crimen de Cuenca. Muy pocos se hubieran atrevido a hacerla. Le costó un juicio militar en plena Transición. 


Termino con dos grandes, aunque ¿hay alguna de las que he mencionado que no lo sean, de alguna manera? 
Akerman y Varda. Más conocida la directora francesa; sería interminable hacer un recorrido por su filmografía en el que se combinan el documental, la ficción, la experimentación. Cleo de 5 a 7, Sin techo ni ley, los espigadores y la espigadora... 
Elijo Daguerrotipes. Es una mirada a su barrio, a su calle, tierna y cercana. Como era ella...

                 

Daguerréotypes (Agnès Varda, 1976) from Juan C. Gargiulo on Vimeo.

Chantal Akerman. Otra enorme directora. Nadie como ella ha sido capaz de reflejar el tiempo con su cadencia descarnada, dura. El espacio y el tiempo que nos condenan... Las citas de Ana, Retrato de una joven en Bruselas, Del este, News from home, No home movie -su canto de cisne-. 

Me quedo con Jeanne Dielman. Fue la película que la situó entre las mejores. La que resume su estilo y su forma de ver el mundo. El final: un acto de violencia desesperado de una mujer sometida hasta ese momento a un vida sin sentido. Un estilo sobrio, descarnado, duro.

Las mujeres ya sabían qué querían. Y lo mostraban en sus películas. Abrieron el camino para las que vendrían en la siguiente generación, las que ahora triunfan en las salas de cine, en las plataformas. 



DIRECTORAS DE CINE (II): 1931-1961

 

No se puede empezar nada más que con Leni Riefenstahl. De todos es sabido que fue la mejor directora alemana, propagandista del régimen nazi. Y también que en sus dos documentales más conocidos, El triunfo de la voluntad y Olympia -también habría que incluir La victoria de la fe, censurado por Hitler porque aparecía el "traidor" de las SA, Ernest Rahm- 


innovó y aportó al cine posibilidades técnicas y visuales que abrieron camino a cineastas posteriores. 

Ambos documentales se pueden encontrar en internet con facilidad. Y vale la pena verlos, asumiendo que el mensaje que hay tras ellos no nos va a gustar. Pero su talento es indiscutible. 

Empecemos por el prólogo de Olympia, que a excepción de dos tomas es obra del director de fotografía, Willie Zielke. Leni le apartó e incluso no le incluyó en los títulos de crédito y negó a lo largo de su vida la autoría de Zielke, aunque papeles encontrados hace un par de años demuestran que las ideas del prólogo no fueron suyas, sino de Zielke, aunque el montaje sea de Leni. 


Otro ejemplo está en los saltos de trampolín. Parece que vuelan... 


¿Cómo lo hizo? Primero, teniendo todas las facilidades que le ofreció el régimen nazi: grúas, varias cámaras, tiempo y dinero. Después, el talento: uso de fundido, ritmo de montaje, elección de puntos de vista originales y atrevidos. 

En 1 hora 55 minutos la sombra del maratoniano, los brazos, el punto de vista del suelo desde los ojos del corredor...

                                    

1936 (NS): Olympia (Teil1) - Fest der Völker from Deutsche Geschichte on Vimeo.

Pongo también el Triunfo de la Voluntad. Es curioso que no esté completa en youtube, aunque se la pueda encontrar en vimeo y otras plataformas. ¿Vetada por el discurso de odio? La hipocresía de determinadas empresas que se enriquecen a costa de la muerte de millones de personas -estoy hablando del capitalismo- no me deja de sorprender. Como si la censura, sea la que sea, fuera a hacer desaparecer el discurso. Son los mismos que permiten que partidos de ultraderecha salgan en los medios, sin mover un dedo. En fin... Aquí lo pongo porque estoy hablando de talento artístico, aunque no me guste lo que vea, tengo la suficiente capacidad crítica para distinguir el contenido de la forma... 

                                  

1935 - El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl) from Historia virtual del Holocausto on Vimeo.

Hubo muchas más mujeres, está claro, aunque Leni sea la más conocida por sus aportaciones. Mencionaré a unas cuantas.

Como curiosidad y contraste mencionaré a Wanda Jakubowska, otra gran desconocida. Sobrevivió a los campos de concentración y en 1948 rodó en Auschwitz The last stage narrando sus experiencias. Tal vez fue el primer film que trató este tema en una película de ficción. Siguió dirigiendo hasta los años ochenta. 

En Hollywood destacaron Ida Lupino y Dorothy Arzner. 

Arzner dirigió veinte películas en los años treinta. Comedias, sobre todo. Y lo hizo con solvencia. La única mujer en un Hollywood machista y que cerraba las puertas a las mujeres en puestos de poder. Eso ya merece un respeto... Curiosidad: era lesbiana y mantuvo una relación de más de cuarenta años con otra mujer, que todo el mundo conocía. Eso sí, no pudo contarlo en una película. Habría que esperar varias décadas para que eso fuera posible... 


Ida Lupino es más conocida como actriz. Pero pocos saben que decidió crear una productora para poder dirigir sus propias películas. En el cine hizo muy pocas; finalmente, se dedicó a la televisión. 
Entre ellas está una sobre la violación, Outrage. El punto de vista es diferente al habitual; quizá por primera vez vemos lo que una violación supone para una mujer visto desde la perspectiva de otra mujer. 



Solo volveremos a ver esa sensibilidad al tratar este tema en otra película posterior, dirigida por un director de teatro, Something wild de Jack Garfein. 



En Not wanted el tema es la maternidad no deseada y sus consecuencias. Maravilloso el final; una persecución, rodada de una manera, que solo veremos en el cine posterior. 


No olvido a Tanaka. Le dediqué una entrada en mayo.
Ya comenté que Pechos eternos es su película más redonda con escenas de gran calidad y con un ritmo narrativo preciso y sobrio. Y la evolución de un personaje creíble con sus luces y sus sombras, de una fortaleza asombrosa. 


Es difícil elegir. En el minuto 15 cómo cuenta la forma en que la protagonista se da cuenta de que su marido la engaña. En el minuto 34 la despedida de dos personas que se quieren y admiran. En el minuto 55 y 56 el ansia de vivir, el amor a la vida. También lo encontramos entre el 1:32:00 a 1:35:00; el deseo que intenta vencer a la muerte. En el 1:25:00 la visión terrible de la propia muerte. Y el final, una rima delicada. 
Elijo también el final de su última película, Amor bajo el crucifijo. El último plano que rodó es una mujer caminando con dignidad a su muerte en una película cuidada y elegante. 


Termino con el cine experimental. Maya Deren es una directora inclasificable. Completamente desconocida, tenía una imaginación deslumbrante. Rompe con todos los modelos. Surrealismo y experimentación en grado máximo.



Cine puro.






DIRECTORAS DE CINE (I): CINE MUDO, 1896-1931

 


Hasta las últimas décadas, como en muchos ámbitos, las mujeres que dirigieron una película eran una minoría. Un documental de catorce horas dirigido por Mark Cousins, Women make films, nos descubre a muchas de ellas.


Alice Guy es considerada la primera mujer que dirigió una película. Como los hombres, abrió el camino de una nueva forma de expresión, descubriendo sus posibilidades, arriesgando su dinero y libre, sin la presión de los grandes estudios que excluirían de manera sistemática a las mujeres en puestos de responsabilidad. 

Incluso se considera que ella hizo la primera película de ficción, El hada de los repollos en 1896, en cuanto los Lumière pusieron a disposición de todos el nuevo invento. Trabajaría, tocando todos los géneros, hasta los años veinte. 


Así que Alice Guy precede a los Mèlies o Segundo de Chomón.

Detener el tiempo, que las hojas no caigan de los árboles, que mi hermana vuelva a estar bien... Minuto cuatro a siete.



Lois Weber trabajó en la productora de Alice Guy y, al volver a Estados Unidos, comenzó a dirigir películas con su marido. Fue la primera directora en rodar un largometraje en 1914, El mercader de Venecia. Se interesó por temas como la pobreza, la marginación, la diferencia de clases o la anticoncepción y el aborto. Hasta los años veinte tuvo bastante éxito. El primer desnudo femenino es suyo en Hipócritas. 



La primera directora de animación es Lotte Reiniger. Al ver Cinderella, 1922, es difícil no pensar en el Walt Disney de Fantasía, dos décadas más tarde. 


El surrealismo entra por la puerta grande en el cine en los años veinte. Todos conocemos a Dalí y Buñuel, pero Germaine Dulac también experimentó con las posibilidades que la imagen ofrecía para reflejar nuestros sueños y pesadillas, sin obviar una fuerte y valiente crítica social. 


Olga Preobazhenskaya fue la primera directora soviética. 



Como Esfir Shub y otras más, -vease Directoras cine mudo ruso la propaganda era esencial. 



La llegada del cine sonoro y el papel de las grandes productoras no facilitó la entrada de la mujer en puestos de responsabilidad dentro de la industria. No sería hasta los años sesenta y setenta cuando empezarían a abrirse paso. Aún así encontraremos algunos nombres en este periodo, entre 1931 y 1961, a lo largo de esos cuarenta años. Les dedicaré la próxima entrada. 











jueves, 1 de julio de 2021

EL BOTÓN DE NÁCAR

 


Patricio Guzman es un gran documentalista. Sin duda su obra más conocida es La batalla de Chile.


Allende y su figura le marcaron profundamente. Mucho más los miles de desaparecidos durante la dictadura chilena. 

En El botón de nácar, dentro de su trilogía sobre Chile dirige su mirada al agua y, más concretamente, a la Patagonia. A sus mitos, a los olvidados, y también a los desaparecidos...


El agua tiene memoria...


Jemmy "Button", un indígena de la tierra del Fuego, a principios del XIX, engañado o atraído por un botón de nácar, acabó en Inglaterra. Recibió una educación; dejó de ser "un salvaje". Cuando volvió era un exiliado. No pertenecía ni a los unos ni a los otros. Después, llegó el genocidio de todo un pueblo.

Durante la dictadura de Pinochet, en los años setenta del siglo pasado, mataron a miles de personas. A algunas las lanzaron, vivas o no, al mar. Les colocaban rieles de ferrocarril sobre el pecho, atados con bolsas de patatas y plásticos. En uno de los rieles recuperados cuatro décadas más tarde, un botón de una camisa había quedado incrustado entre los restos. La única huella de ese desaparecido. 

Son muchos los temas que deja abiertos Patricio Guzmán: la Historia no oficial, el cosmos, los "desaparecidos". Tal vez hubiera necesitado de más metraje para desarrollarlos. 




Pero nos emociona. 

 "Hace poco se descubrió un cuásar lleno de vapor de agua... ¿Cuántas almas errantes podrían encontrar refugio en este inmenso oceáno que deriva en el vacío?"


viernes, 25 de junio de 2021

TANKA: POETISAS Y ESCRITORAS DEL PERIODO HEIAN

 


El color de las flores 

se va desvaneciendo:

así pasa mi vida, vanamente,

envuelta en tristes pensamientos 

viendo caer las largas lluvias.

Ono No Komachi. Traducción: J.M.Bermejo y Teresa Herrero.


Pasan los días 

pero nunca me olvido 

de aquel encuentro 

cuando tú y yo nos vimos

aquel otoño...


Tu sombra, al menos,

que viva permanezca

entre mis lágrimas, 

aunque lejos el otoño te lleve,

sin saber mis penas.

Izumi Shikubi. Diario. Traducción: Akiko Imoto y Carlos Rubio.


Sé que voy a morir,

pero me gustaría llevarme al más allá 

un último recuerdo.

¿Por qué no me concedes

una última cita?

Izumi Shikubi. Diario. Traducción: J.M.Bermejo y Teresa Herrero.


Encuentro inesperado:

cuando me preguntaba si era él o no lo era,

la luna se ocultó de repente

por detrás de una nube.

Murasaki Shikibu. Genji Monogatari. Traducción: J.M.Bermejo y Teresa Herrero.


Las malas hierbas son tan espesas 

que apenas se ve el camino

que conduce a mi casa.

Crecieron mientras esperaba

a alguien que nunca llegó.

Sojo Henjo. Traducción: Xavier Roca Ferrer de una traducción al inglés de Donald Keene. 


Recuerdo una mañana clara... Había llovido durante toda la noche. A pesar del sol las gotas del rocío

aún cubrían los crisantemos del jardín. En los cercos de bambú y las varas de los setos veía telarañas.

A medidas que sus hilos se quebraban, las gotas de lluvia quedaban colgando de ellos como perlas de 

un collar... Poco a poco el rocío fue desapareciendo del trébol y de las otras plantas en las que se

había posado. Las ramas, más livianas, se agitaron casi imperceptiblemente y luego, de repente 

y con toda armonía, se alzaron... 


pero ahora me doy cuenta de que, así como inevitablemente 

brotan las lágrimas, como dice el poema, del mismo modo estas notas dejarán de pertenecerme...

Sei Shonagon. Libro de la almohada. Traducción: Amalia Sato. 


Todo en este mundo es triste y acaba por fatigar. Pero desde ahora en adelante ya no temeré nada. 

Que los demás hagan y digan lo que quieran... y cuando en mi espíritu la importancia de las 

cosas de este mundo haya quedado reducida a la del rocío, haré cuanto esté en mi mano para convertirme

en una persona sabia y santa.

Murasaki Shikibu. Diario. 


Estoy tan sola...

Mi cuerpo es una brizna de hierba flotante, 

separada de sus raíces.

Si hubiera un río cerca,

me dejaría llevar por la corriente.

Ono No Komachi. Traducción: Javier Roca Ferrer de una traducción al inglés de Donald Keene. 




domingo, 9 de mayo de 2021

KINUYO TANAKA: PECHOS ETERNOS Y FUMIKO NAKAJO

 


"Tengo alas ligeras; 
podría volar a dónde quisiera: 
me apoyaré en tu hombro".
 
En los años 50 del pasado siglo no había mujeres directoras en Japón. En Japón y en otras partes. 
Las pocas mujeres que dirigían abrieron el camino a las que ahora lo pueden hacer. Una de ellas fue Kinuyo Tanaka. 

Es más conocida como la actriz fetiche o "musa" de dos grandes directores japoneses, sin que el cine no sería lo mismo: Mizoguchi y Ozu. Pocos saben -ni siquiera yo hace una semana- que además dirigió seis películas en una década. 

Sus dos primeras películas se apoyaron en el guion de Kinoshita y Ozu. 

En la primera, Cartas de amor, ya demuestra un talento sorprendente. 


El protagonista, obsesionado por un primer amor perdido, acaba escribiendo cartas en inglés a mujeres que se prostituyen con soldados americanos. Un día reconoce a ese amor; también se ha prostituido...

Son pequeños detalles -como el de la puerta de un tren que se cierra, dejando a los dos amantes al otro lado, o un plano fijo y general en el que, mientras la protagonista se aleja, observamos las dudas de un hombre que la deja marchar, incapaz de perdonarla- que construyen un melodrama de la mejor calidad. 

El tema -la prostitución, a la que muchas mujeres tuvieron que agarrarse, como forma de supervivencia tras la posguerra- ya nos sitúa desde un punto de vista femenino. 

Será mucho más marcado en sus dos películas posteriores.

En la primera, con guion de Ozu, La luna se levanta, se mueve entre la comedia romántica y un ligero toque de melodrama, pero sin cargar las tintas. Hay frescura y un romanticismo que Ozu nunca hubiera aceptado. Pero ese es el toque de la directora. 

LA LUNA SE LEVANTA

Pasos que se alejan o

manos que hablan por sí mismas. 


Es en la tercera donde alcanza su mejor nivel. Es su guion y su historia. La escribió ella. Y se nota. 

En Pechos eternos hay múltiples temas. Está el principal, el de una mujer con cáncer de mama y la enfermedad que la llevará a la muerte. Pero hay muchos más; porque es también una mujer que se ha divorciado; su poesía es "exagerada", "cosas de mujeres", eso dicen de ella sus "colegas"; con dos hijos, poetisa y vive, además, dos amores imposibles. Uno, porque es el marido de su mejor amiga; el otro, porque llega demasiado tarde...


Basada en la vida de una poetisa japonesa, Fumiko Nakajo, estoy seguro que logra conseguir -aunque no conozca la obra de esta mujer- captar el espíritu de su poesía. De vez en cuando aparecen sus poemas: sencillos, delicados, sobrios, elegantes... 

Una colina con forma similar

a una mama que perdí,

flores marchitas la adornan

​en invierno...



Soy como esa flor en el lago; 

sin raíz... 

Está el deseo de vivir y el miedo a la muerte. Sin ocultarlo ni enfatizarlo en exceso.

Terrible la escena del pasillo en la que, tras escuchar los llantos de unos familiares, camina detrás de las enfermeras y la camilla de un cadáver, tomando conciencia, más que nunca, de que ese será su único futuro. 

¿Y qué decir de la escena en la que le pide a un periodista, que se ha enamorado de ella, que la acompañe y duerma a su lado? Sin necesidad de sexo hay un erotismo y una sensualidad intensa y carnal.

Y mucho antes de que le diagnosticaran el cáncer, el encuentro con el amigo, al que también amaba y que dará a conocer su poesía. 

Esa despedida... Es muy difícil conseguir eso, pero no hace falta que nos lo digan. Sabemos que se han querido y que se quieren. 


Una bufanda para que la niña no tenga frío; las palabras de ánimo y confianza en el talento de ella... 

Es imposible contar todos los maravillosos detalles que hacen de esta película una joya. 

Me conformaré con mencionar sólo dos:

Cuando se despide del periodista, tras la noche en la que han dormido juntos, él le deja una pluma para que siga escribiendo sus poemas. Los dos saben que no volverán a verse. Ella le pide que se vaya, cuando cierre los ojos. Él se marcha, cierra la puerta, pero vuelve a abrirla; ella está mirando por el espejo su reflejo; él sonríe. Después, cuando se marcha, ella sale a la ventana y le ve alejarse por el pasillo; llora. En la mano tiene, apretada con fuerza, la pluma. El amor y la creación, sintetizados en una sola imagen. 

En cuanto a la segunda, en medio de un final terrible, cuando todos saben que va a morir, hay un gesto delicado y tierno. El niño, su hijo, escribe en la arena del patio: "Ponte bien, mamá". 

Palabras en la arena, flores en el agua... Desaparecerán. 

Pero su poesía permanecerá. 

"Mi legado para vosotros, hijos, será mi muerte".