martes, 5 de agosto de 2025

HONG SANG SOO Y BAS DEVOS


Sencillez es algo que se alcanza cuando descubrimos que la esencia del mundo es esa y no otra. Hong Sang Soo hace mucho que ha llegado a ella. Así que no sorprende que las últimas películas, aunque los temas parezcan baladíes, sean más profundas, si miramos con atención. Los personajes comen y beben y hablan y solo eso, pensamos. Nos engañaríamos; hay mucho más bajo esa primera capa.

No importan las tramas. En Nuestro día son dos: por un lado, dos amigas maduras, una joven que quiere ser actriz de cine y pide consejo a una de ellas y un gato que se pierde; por el otro la visita de dos jóvenes a un viejo poeta epicúreo y budista.


En In water tenemos solo a tres personajes preparando un cortometraje; no importa que casi toda la película esté desenfocada; es un guiño del director, burlón, divertido. 


En La viajera vemos a una mujer francesa que utiliza un método de aprendizaje peculiar con dos alumnas; en la tercera parte conocemos a un chico joven que la ha acogido en su casa, sin preguntarle nada, desde que la vio en el parque tocando la flauta. La visita de su madre, que insiste que no debe fiarse de ella, no cambia el criterio del joven; conservarán su amistad. 

Y, sin embargo, los temas son los eternos: la muerte, el deseo, la amistad, la ausencia, los pequeños placeres, tratados, eso sí, con naturalidad, apartando la hojarasca, tomando lo esencial.

En este fragmento Albert Serra intenta explicar el proceso minimalista al que ha llegado Sang Soo. No  comparto su tesis, pero es curioso el planteamiento.


Mi interpretación es otra: no es una decisión forzada por las circunstancias, como piensa Albert Serra, sino buscada. Aunque tal vez, obligado al principio, haya tomado ese camino, lo ha elegido porque encaja perfectamente con su forma de ser y vivir. Estamos ante un director que trabaja con un equipo muy reducido desde hace bastantes años, que ha depurado el cuerpo y la mente de su arte. Ajeno a la industria y a sus intereses comerciales, disfruta haciendo cine simple y natural. 

Es maravilloso que exista un director como Hong Sang Soo. 

Bas Devos es diferente. O quizá no lo sea tanto. Tiene más medios, pero hay en su evolución -hablamos de una filmografía corta en comparación con el director coreano, ya que solo ha dirigido cuatro películas- esa tendencia a estilizar y simplificar las historias y la manera de contarlas. Sin llegar, por supuesto, a la purificación espiritual de Sang Soo.

Si en sus dos primeras películas Devos hacía aparecer elementos narrativos más complejos, estos han ido dejando paso a planos largos más sencillos, ideas más refinadas; de películas con varios personajes o, como en la segunda, con cierta coralidad, se elige en las dos últimas -Ghost Tropic y Here- a un único personaje y su recorrido simbólico y físico por la noche de Bruselas, en el primer caso, 


y a un hombre solitario y una bióloga en el segundo; será la Naturaleza quien los una en un encuentro mágico y espiritual, sencillo y austero.


Sus personajes pertenecen a los nuevos inmigrantes: rumano o árabe o chino y los problemas que encuentran en su día a día están presentes -soledad, dificultades económicas, incomunicación entre generaciones-, pero la forma de contarlo es diferente a la que tenían los hermanos Dardenne -la cámara en mano es sustituida por planos medidos, fijos, elegantes- y, sin duda, no es el centro de interés del joven director belga. No hay en sus obras un objetivo social; es, más bien, metafísico.

Aunque parezca extraño Bas Devos no está tan lejos de Hong Sang Soo. Buscan lo mismo, aunque les separe, nada más ni nada menos, que una civilización y una cultura. 




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