Entramos en una etapa muy diferente. Aunque siguen siendo minoría, las mujeres comenzaron en los años ochenta y noventa no sólo a asumir puestos de responsabilidad en el cine, sino también a tratar temas propios, cercanos, contemplados desde su propio punto de vista, sin censuras y con muchos más medios, en general.
Hablamos ya de una generación que, a pesar de algunas limitaciones que nadie puede negar, ha encontrado más posibilidades que sus predecesoras para contar lo que ellas quieren.
Esta no es más que una selección. Afortunadamente hay mucho donde elegir. Cada vez más. Y como ocurre con los hombres, hay de todo: genial o desastroso, atractivo o convencional, radical o acomodaticio.
Hollywood:
Sally Potter. Orlando fue su obra más reivindicativa con la historia original de Virginia Woolf.
Jane Campion. Mi preferida es una de sus primeras películas: Un ángel en mi mesa. Las que hizo después me gustan mucho menos.
Kathryn Bigelow. En tierra hostil. Por mencionar una de ellas. Primera ganadora de un Óscar y excelente directora que domina el género de acción.
Sofia Coppola. Las vírgenes suicidas. Irregular, pero con aciertos sorprendentes. Y grandes desastres. Empieza a parecerse a su padre. Lo cual no es malo, teniendo en cuenta que es Francis Ford Coppola.
Greta Gerwig. Como actriz la recuerdo en Frances Ha, dirigida por su pareja, Noah Baumbach.
Ladybird. Está empezando y su cine, si no se traiciona a sí misma, puede ser muy interesante.
Mujercitas en el 2019. Después... Habrá que esperar.
Cine independiente, más o menos:
Mia Hansen Love. Como Gretta Gerwei, es una actriz que se ha pasado al otro lado de la cámara; en este caso con un cine más psicológico. El edén.
Como también ocurre en El porvenir.
Lynne Ramsay. Los detalles construyen un cine muy complejo con personajes desarraigados.
You never were here es su última obra. Me recuerda a Peckinpah y Scorsese.
Alice Rohwacher. Lázaro feliz.
Miranda July. No puedo evitar sentir una gran ternura por sus historias y personajes. El futuro y Tú, yo y todos los demás.
Cheryl Dunye. Una muestra de cine radical, alternativo.
Una de sus primeras películas fue The watermelon woman. Un falso documental sobre una directora y una actriz negra en los años treinta, lesbianas ambas. Resulta curiosa la coincidencia con la vida de una de las primeras directoras del Hollywood clásico. Combinada con una historia paralela en la actualidad, fresca, ligera, que nos recuerda a Clerks.
Otras cinematografías:
Lucrecia Martel. Directora argentina. La zona oscura de nosotros mismos. La ciénaga.
Dorota kedzierzawska. Polonia. Un tratamiento visual diferente. De su primera etapa: Nada. De su última etapa: Time for die.
Ghalya Lacroix. Tunez-Francia. Es curioso. Empezó como actriz interpretando a la protagonista de una película dirigida por una mujer, Moufida Ttatli. Los silencios del palacio.
Guionista de Abdelatiff Kechiche. Me pregunto si acabará dirigiendo en algún momento. Dejo ahí esta posibilidad...
Mati Diop. Francia-Senegal. Atlantics. Su primera película. Sugerente e inquietante.
India. Mira Nair. Bastante conocida por la Boda del Monzón, con la que ganó el León de Oro.
Y para terminar, dos figuras relevantes, consolidadas hace tiempo y con un gran futuro y que, a su manera, siguen buscando nuevos caminos.
Andrea Arnold. Fish Tank.
Cumbres borrascosas en una versión nueva, visualmente te atrapa.
La próxima, The cow. El punto de vista: dos vacas.
No se puede decir que se conforme con lo de siempre.
Celine Sciamma. Nos abrió boca con Girlhood, mostrando a sus personajes en los barrios más difíciles de Francia.
Y por ahora ha cerrado con Retrato de una mujer en llamas. ¿Manifiesto feminista? ¿Interpretación de la Historia bajo una nueva perspectiva de género?
Las mujeres ya no miran a un espejo deformado por siglos y siglos de dominación masculina para poder reconocerse. Ahora son ellas mismas las que construyen su realidad con luces y sombras, mentiras y verdades, errores y aciertos.
Han empezado a escribir su propia Historia.
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