domingo, 29 de enero de 2012

VIAJE A NUEVA YORK CAPÍTULO VI


3 de enero de 2012

Desayuno. Comprado el día anterior en el mercado de Union Square. Ingredientes naturales; tiene el pastel que devoro "cinnamon, yeast, sugar…"; contundente. Muy azucarado y sano, imagino.
Frío hasta los huesos. Dificultades para estar por las calles.
El parque Carl Schwarz; vista del East River. Dos chicas con sus perros. Me miran.
Guggenheim. Habrá que esperar en la cola, no mucho. Familia de franceses de buen rollo. El padre, dos niños y dos chicas jóvenes. Se hacen fotografías. ¿Son hermanas? Tienen su punto; una, con gafas, labios carnosos; la otra, cara de facciones suaves y decidida, con carácter.


Pocos cuadros en el interior (Van Gogh, Gauguin, Arte pop, Kandisky, sobre todo). El edificio lo más singular; en el hall, obra de Mauricio Catteloni.


MET. De nuevo en el interior. Veo paisajes japoneses y arte chino y árabe.


Exposición de pintura india preciosa (falta tiempo para poder disfrutarla). Recorro por última vez la zona de los impresionistas y disfruto de los cuadros de Simoneta Vespucci de Botticelli.
Al salir veo de nuevo a las dos chicas francesas. La decidida parece enfadada. No veo cerca los hermanos pequeños. Algún contratiempo familiar. La familia es lo que tiene; te da y te quita.
El Whitney cerrado. El Frick, no. El palacete muy elegante, de otro tiempo. Exposición temporal de Picasso con dibujos excelentes de técnica clásica (uno, a los 14 años)



Destaca algún cuadro (dos Vermeer –el pintor de la cotidianeidad; detener un momento en el tiempo, sorprender la espontaneidad, aunque haya mucho trabajo detrás no lo aparenta-




un Renoir elegante –las niñas parecen muñequitas; desenfoque perfecto, técnica fotográfica, su hijo será digno heredero-, dos Grecos, un autorretrato de Rembrandt magnífico, poderoso. Un Turner de una primera etapa -aún aprendiz-. Algún Goya, Velázquez e Ingres ).
Demasiado dieciochesco el mobiliario y el ambiente para mi gusto, aunque encaja bien en el entorno.
Al salir perrito caliente muy completo.

En el rascacielos Fuller exposición de Vivian Mailer.
La cotidianeidad, ese encanto de vouyeur. También se nota en unos rollos de 8 mm (el circo, un edificio en ruinas que van a derruir, una calle, un matadero –que recuerda la idea de un corto que me comentó Raúl -La sangre de las bestias de Franjou de esos años, 1958-. La muerte convertida en algo cotidiano, terrible, frío y distante)




Paso rápido al tranvía aereo. Vistas espectaculares.




A la vuelta decido pasar por Central Station. Unas fotos. Muy decimonónica. Prisas, caos ordenado. Viajeros a toda pastilla. Muchos policías, ¿Por qué? Pronto lo sabré.


De pronto aparece gente de Wall Street Occupy. Gritos por la libertad y contra la NDA?


Más fotógrafos y turistas que manifestantes, unos cincuenta. Un momento de tensión cuando un policía intenta detener o identificar a una de los manifestantes. La cosa no va a mayores. En quince minutos se mueven, corean consignas –casi como predicadores-




y luego se marchan, ¿a Times Square? Están ahí, pero reciben más indiferencia o extrañeza de los que pasan con mucha prisa por allí.


"Welcome back" me dice Patricia, la recepcionista morena, al llegar de nuevo al alojamiento. Sí, otra vez.




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