domingo, 24 de diciembre de 2023

FINALES DE CINE (II) MIRADAS Y SILENCIOS: UN CORAZÓN EN INVIERNO DE CLAUDE SAUTET

 

A los veinte años vi esta película de Sautet. Quizá es uno de los autores franceses más desconocidos, al menos, por el gran público. No tanto en Francia, pero sí aquí. En los años setenta hizo unas cuantas obras maestras: Max y los chatarreros, Las cosas de la vida, Una historia simple

Podía haber elegido cualquiera de estos finales. Como el de Las cosas de la vida, con un plano secuencia en el que le dicen a la protagonista que el hombre al que amaba acaba de morir en un accidente de tráfico.

Una historia simple, en el que, tras muchas dudas, ella ha decidido tener a su hijo y disfruta, simplemente, con la caricia del sol.

O el de Max y los chatarreros, donde en un gesto inesperado, el policía verdugo se convierte en una víctima, en un hombre enamorado que es capaz de matar, y ella, cuando le trasladan a la cárcel, le "ve" por primera vez. 

Romy Schneider está maravillosa. 

En los noventa volvió al candelero con Nelly y el Sr. Arnaud y Un corazón en invierno, ambas interpretadas por Emmanuelle Béart. Y es entonces, cuando lo descubrí.

En ambas películas el juego de miradas, los silencios y lo que no se dice es casi más importante que los diálogos. Eso me atrapó en las dos películas. Reconozco que, además, me sentí identificado con el personaje de Un corazón en invierno; cómo era incapaz de expresar sus emociones; cómo las ocultaba. Tal vez con el paso de los años un servidor aún siga haciéndolo... 

La historia es sencilla. Un artesano genial, un luthier, se encarga de vender violines de calidad a artistas de prestigio. Su amigo y socio en la empresa -con mucho menos talento- tiene como pareja a una violinista en ascenso. Poco a poco, y a través de la música y de ese objeto que comparten -el violín-, ella se enamora de él y está dispuesta a dejar a su pareja. El, sin embargo, niega sus emociones hasta el final, y, de manera muy torpe -con mucho de soberbia-, la humilla y la desprecia. Cuando se da cuenta de su error, ya es demasiado tarde. 

Y este es el final. Es una despedida, ya que tanto su amigo como ella se marcharán lejos. Él se quedará con su arte, pero solo. 

Es el mejor Sautet. No es tanto lo que se dice, sino lo que no se dice. Las miradas y los silencios nos cuentan mucho más que las palabras. 

No hay segundas oportunidades. En la vida, generalmente, ya no se puede volver atrás... 

Y el mundo sigue moviéndose, al fondo de la escena, ajeno a nuestras pequeñas tragedias cotidianas...



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