jueves, 31 de diciembre de 2020

KIESLOWSKI V: NO AMARÁS


No amarás. 

La vi siendo todavía un adolescente. El tema de la película era evidente: el amor existe. 

"El amor no existe", dice la protagonista. Se equivoca... 

Como en No matarás hubo un capítulo y una película paralelas. Y las diferencias son más notables. 
No aparece tanto en la estructura -una idea genial- que no cambia en líneas generales; pasa del punto de vista de él, Tomek, un joven ingenuo de 19 años, un voyeur enamorado, al de ella, Magda, mujer escéptica, al borde de los cuarenta; que toma conciencia de su soledad, en una parte final, contada de manera maravillosa por Kieslowski, con gran talento y delicadeza. 

Las interpretaciones son ligeramente diferentes; los detalles, recortados en la versión reducida para televisión, tienen más importancia en el tono y desarrollo de lo que parece en un principio, y te conducen, sobre todo, a otro final. Más optimista o esperanzador. O, por decirlo con otras palabras, abre la puerta al sueño. 

Termina no, como en la serie, con una sonrisa triste que certifica el final de una historia y la constatación de una realidad cruel y desoladora, sino con una caricia tierna y sutil que enlaza pasado y futuro. 

Ha transcurrido el tiempo. He amado. He vivido. Como todos. Ha habido más dolor que felicidad, más tristezas que alegrías en esos amores. Aún sigue habiendo más dolor que felicidad, hoy mismo, echándola muchísimo de menos, sin certezas de que ella sienta lo mismo. 

Y aún así, seguiré amando, tal vez, sin esperanza. Aunque duela... y mucho. Aunque el riesgo te haga sufrir. No puedo evitarlo. 

Creo en el amor... aunque me mate. Porque sin él, la vida no tiene sentido. 

¡Feliz 2021!


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