lunes, 13 de octubre de 2025

DIANE KEATON

 

"Es un hecho que enfada y asusta".

Eso ha dicho Woody Allen, cuando ha sabido la muerte de Diane Keaton. 

He evitado hacer obituarios en los últimos meses. A pesar de que ha muerto Verónica Echegui, Eusebio Poncela, Claudia Cardinale... 

Casi estuve a punto con Poncela o Cardinale. Un gran actor, todo un desconocido para muchos. Y una actriz, ícono de los sesenta. 

Si repaso las películas de la Cardinale, aparece en El gatopardo, Hasta que llegó su hora, 8 y medio, Rocco y sus hermanos... 

Hay dos que, aunque sean menos conocidas, te dejan un poso especial.

Una es La ragazza con la valigia. Historia de un amor adolescente es también, la de una mujer despreciada, que sobrevive en los márgenes y descubre en el protagonista una ingenuidad que nunca había conocido. 


El final es aún más doloroso, porque ella se quedará sola, cuando el joven, al darle dinero, asuma el papel que su entorno social le exige. Ella es una prostituta; él, como su hermano, la sitúa con ese gesto inconsciente en el lugar de siempre. 

También en El gran embrollo, aunque su papel es menor, da sentido a toda la película. El final, desolador, lo es por la energía de una Claudia Cardinale que hace estallar la pantalla en mil pedazos con su dolor.

De Eusebio Poncela lo pudimos disfrutar en Los gozos y las sombras, Martín Hache, La ley del deseo, Intacto... Arrebato es todo un clásico de una época en que se podían hacer películas así, extrañas, raras, en los márgenes...


Y Diane Keaton. Supo construirse un espacio y un personaje. Y lo hizo muy bien. Su vinculación con Woody Allen en su primera etapa es clave. Su frescura, un privilegio para quienes la vemos en pantalla.

También se la conoce por El padrino, claro, pero esa es otra historia. 

Así que la mejor despedida es el final de Annie Hall. ¿Por qué no?


Sí, Woody, la muerte enfada y asusta. La de los amigos, la nuestra. 


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