'Feliz en plenitud no le es posible ser a ningún humano. Pero sí suplicar el ser participe de una parte de dichas (εκλων μοιραν). Por mí misma he logrado este conocimiento...'
Poema descubierto en el siglo XXI, Safo de Mitilene.
El mar. Ni Grecia ni la cultura occidental se pueden entender sin el mar.
Mitilene tiene mar y tuvo grandes poetas: Alceo y Safo. Quien viene aquí no puede decir que no la conoce, aunque solo nos queden fragmentos de una obra que fue admirada por muchos, aunque unos pocos intentarán que desapareciera para siempre.
De esa época o de la romana quedan escasos restos: una stoa, domus helenísticas, calles pavimentadas, un teatro.
Llegaron los bizantinos y construyeron sus iglesias y su puerto al otro lado de la bahía, mientras se olvidaba el mundo antiguo. O, más bien, dejaba su poso, sin que se dieran cuenta, gota a gota...
Los árabes levantaron un castillo, baños y mezquitas.
Y con el siglo XIX y la independencia llegaron los viajeros y los turistas. No hay muchos por estas fechas. Se agradece. La temperatura es agradable. Perfecta para pasear.
En el último día del año grupos de niños pedían el aguinaldo cantando. No hubo demasiados petardos por la noche. Los justos para ahuyentar algunas malas pesadillas.
El primer día del nuevo, muy de mañana, se celebraban misas ortodoxas. Las campanas llamaban a los fieles.
Me gustaría poder describir la magia que supuso asistir a esta ceremonia, lo que sentí. El sacerdote, de espaldas. El espacio, iluminado por las lámparas, oscuro, cubierto por una bruma; el incienso que se respira, llenándote de serenidad, y la música bizantina, una letanía que, en algún momento, me recordaba al canto que entonan desde los minaretes. Todo el ritual busca reencontrarse con la eternidad: es el tiempo que se nos escapa, la melancolía de lo perdido, el anhelo de lo imposible.
Sí, ahí, en esa iglesia, estaba el mar. No podría resumirlo con otra palabra. Safo sí supo describir 'el radiante deseo de sol y de belleza'.
La nostalgia del mar te embarga.
'Te aseguro que alguien se acordará de nosotras'.
La memoria es frágil. Nos gustaría poder conservar lo que estamos condenados a perder.
'Cubre los ojos, la noche, de negro sueño'
Nos quedan fragmentos, búsqueda inútil e imprescindible de lo efímero...
'...Voz de miel... urdidor de mitos... ya nunca volveré a ti... No remuevas los montones
de guijarros... Las horas pasan... El ser por quien me desvelo... para mí es más dulce contemplar... y yo duermo sola... No sé qué decidir: dos son mis pensamientos... y no aguardo ninguna de las dichas... siento deseo y busco con ardor...'
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