domingo, 9 de agosto de 2020

LA MUERTE, EL AMOR Y LA SOLEDAD


Hay temas que siempre se repiten desde que el primer hombre o mujer decidió contar una historia, real o imaginada, a otros. Y en esa primera narración, estoy seguro, aparecieron estos tres grandes temas: la muerte, el amor y la soledad. O tal vez los tres...

Toda obra que tenga visos de permanecer y dejar un poso profundo en nosotros debe contenerlos. Es inevitable. Aparece, por supuesto, en la película que en el 2010 hizo Raúl Ruiz apoyándose en textos decimonónicos.


Hay un juego de cajas chinas; historias que cuentan otras historias; relacionadas de una u otra manera se cruzan y crean un caleidoscopio. El rencor, los arrepentimientos, el olvido. ¿Reales, imaginadas? La memoria es una perversión de la realidad; la manipula y transforma. Un niño, el protagonista, el narrador, ya adulto, es el leitmotiv y nos acompaña en esas diferentes narraciones que intentan descubrir el mundo, hacerlo comprensible. ¿Fue todo un sueño, una posibilidad entre muchas? Nos queda la duda.

En Ozu la naturaleza adquiere un peso fundamental. En el Comienzo de la primavera el tema principal es la crisis de una pareja, pero, como siempre, sea por sus famosos planos vacíos o a causa del ritmo, intuimos que nos está contando otra cosa. Este comienzo es un buen ejemplo.


Precedido de dos planos vacíos -el tren es un elemento constante en Ozu- sólo vemos cómo una pareja se despierta y el marido, como cientos de vecinos, se dirigen al trabajo. Nada hay más sencillo. Ni más difícil. Las situaciones cotidianas nos llevan mucho más lejos, más allá...


Pueden aparecer amigos cantando una canción 2:14:00, una mujer que descubre el engaño de su marido y la soledad de ambos 1:45:00; una jovencita que se enamora, aunque se sabe la amante y, por tanto, la primera en perder lo que desea 2:02:10 y 2:15:00; el día a día de una pareja; el trabajo 40:00, las conversaciones en un bar 2:08:40.
Y, con todo, sí, sin duda, nos habla de la muerte, del amor y de la soledad.

Termino con Early Summer. Dos mujeres dialogan; se acercan... Al borde del mar: ese infinito...



Hay obras que permanecen, dejan huella. Porque nos hablan y hablarán, como los primeros hombres y mujeres que comenzaron a contar historias al calor de un fuego, de lo más importante: de nosotros mismos.


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