"En cuanto al número y la forma del principio de todas las cosas, Tales, el iniciador de este tipo de filosofía, afirma que es el agua, por lo que también declaró que la tierra está sobre el agua..."
Aristóteles, Metafísica 983b6. Traducción de Alberto Bernabé.
El Ink de Dimitris Papaioannou no es danza ni teatro, tal como lo interpretamos habitualmente; sería, más bien, una "performance" artística.
¿Hay una narrativa? Sí, nos podríamos arriesgar a decirlo; en el encuentro entre los dos personajes -uno vestido de negro, interpretado ayer por el propio coreógrafo; el otro, desnudo- veríamos -teniendo mucha imaginación, y el que va a estos saraos suele tenerla- una relación tóxica de una pareja o nos encontraríamos, quizá, con la historia de dos desconocidos que quieren imponerse el uno sobre el otro, o nos hablaría del desdoblamiento de un yo en dos seres, enfrentados y condenados a entenderse. Sin embargo, esta narrativa -en la que podemos intuir otros temas como la paternidad-maternidad, la ecología, la crueldad humana o la supervivencia-, no pienso que sea el aspecto central de la creación artística de Papaionannou.
Como, según parece, es habitual -sus orígenes son los que son, los de un artista visual-, su impresionante fuerza plástica nos apabulla durante más de una hora. En un escenario minimalista (un aspersor que cubre un espacio cubierto de agua, una bola que recuerda a una pecera, el gran telón de fondo, paneles de plástico al que se añaden otros objetos de manera puntual) acompañado o destacado -depende del momento- por una iluminación precisa y contundente, el creador griego, que gusta del desnudo masculino a la manera clásica, aprovecha todos los recursos a su disposición.
Y deja el impacto. Nos atrapa, sin duda. Aunque no se pronuncia ninguna palabra, ni haya danza y solo algunos momentos de música, el juego de luces y sombras con el agua y contra ella, construyen una hilera de imágenes que permanecen en nosotros más allá de la representación.
Somos agua y no podemos sobrevivir sin ella. Pero, al mismo tiempo, la contaminamos. Y también, conscientes de que si no pisamos la tierra, somos seres vulnerables y frágiles.
¿Y si, al final, solo hemos asistido a la pesadilla que tiene un hombre, junto al Mediterráneo? ¿Similar a la de Mayorga en La gran cacería? ¿Como las que yo tenía, cuando subía y subía por las escaleras de mi casa y nunca alcanzaba el destino que deseaba?
Heráclito dijo:
"Muerte es cuanto vemos despiertos; cuanto vemos dormidos, visiones reales".
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