viernes, 13 de octubre de 2023

TERENCE DAVIS: TRILOGY

 

Un niño observa por la ventanilla del autobús las calles de Liverpool. Su madre está sentada a su lado. Suena una melodía muy sencilla de Shostakóvic. Un plano fijo de más de dos minutos: la vida cotidiana y una mujer, rota, con la mirada fija en el vacío. Cuando el plano cambia, vemos a la mujer llorando. El niño, sorprendido, no sabe qué hacer. El autobús para; se bajan algunos pasajeros. Después, vuelve a ponerse en marcha y se aleja.

Solo por esto Terence Davis, recientemente fallecido, merecería estar en la Historia del cine. Pero hay mucho más. La escena es parte de un conjunto de tres cortometrajes -su opera prima- que cuentan la vida de un hombre atormentado. 

Terence Davis habla de su infancia y también de la represión, de la clandestinidad de un homosexual en los años de posguerra británica. Y de la muerte. Y de un amor dependiente, obsesivo hacia su madre. Y lo hace con silencios, con imágenes transformadas por la memoria, eligiendo unas canciones populares que encajan perfectamente en la trama. 

Logras compadecerte de un personaje derrotado, de sus pesadillas. No hay esperanza. El sexo es sucio y desolador; triste. Solo algunos momentos de alegría y de ternura, muy pocos, junto a su madre.

Y la muerte no es embellecida. Sí, así se muere. Así murió mi madre. 

Así imagino que murió mi padre.

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