lunes, 15 de marzo de 2021

MI FIN DE SEMANA: LONE STAR Y ELEPHANT


En El hombre que mató a Liberty Valance, una de mis películas favoritas, cuando, después de contar su historia, -qué es lo que realmente sucedió y no la leyenda de la que todo el mundo habla-, el personaje que interpreta James Stewart le pregunta al periodista si va a publicarla, este le responde: "Estamos en el Oeste; cuando la leyenda es un hecho, se publica la leyenda". 


Lone Star es una película que ha ganado con el tiempo. La vi joven, cuando todo era posible, cuando las heridas cicatrizaban antes, cuando podías soñar con el futuro. 

Nos habla de la paternidad y de las relaciones entre padre e hijo, conflictivas -como las que yo tenía entonces y tuve-; y también de la historia, en este caso la de Texas, llena de sombras y contradicciones en las que se prefiere la leyenda a la realidad, la propaganda a la reflexión histórica. En un mundo polarizado, Lone Star nos ofrecía una mirada compleja en la que se mueven intereses políticos y personales, donde conviven, a veces en mundos paralelos, blancos, hispanos y negros. El género elegido, la investigación de un asesinato ocurrido cuarenta años atrás, no es más que una excusa para profundizar en los mecanismos de la memoria: la íntima y la histórica. Y las dos se mezclan sin que nos demos cuenta. Ahí está el talento de Sayles.


La historia de los dos protagonistas, enamorados desde la infancia, un anglosajón y una hispana, se transforma en manos de Sayles en un símbolo que va mucho más allá de lo que podría parecer más obvio tras una primera ojeada. 

En Elephant, una descripción sobria, con cámara en mano, de los hechos de Columbine, el punto de vista elegido se apoya en una idea tomada de Alan Clark, de un cortometraje con el mismo titulo; centrado en una serie de asesinatos en Irlanda del Norte. La cámara en mano, la sequedad del tratamiento es brutal. Es un círculo infernal que se repite una y otra vez.


Nos recuerdan que para conmovernos y mostrarnos la violencia tal cual es resulta mucho más contundente que nos la presenten sin elementos superfluos que interfieran en nuestra mirada. 


Villeneuve, años después, en Polytechnik, continuando esta visión, nos ofrece en una carta leída en off, la mirada del asesino, un joven perturbado antifeminista que acabó con la vida de veinte estudiantes -todas mujeres- en Canadá. El planteamiento formal no es tan radical, pero la sensación que te queda es la misma: la del absurdo y el sin sentido de esas muertes, incluida la del responsable. 


Nuestras obsesiones y miedos, esas heridas y cicatrices del pasado pueden llegar a convertirse en un fantasma aterrador, en un muro infranqueable. 

"¡A la mierda el Álamo! ¡Olvidemos el Álamo!" dice la protagonista de Lone Star en el plano final.

A veces, para seguir adelante, necesitamos hacer tabla rasa, pero... ¿podremos hacerlo?


domingo, 7 de marzo de 2021

UN CONDENADO A MUERTE SE HA ESCAPADO


Bresson en Un condenado a muerte nos dice desde el principio qué es lo que busca. No hay engaños. 

Va a contarnos con sobriedad, sin detalles innecesarios o superfluos cómo un hombre ha escapado de la cárcel. El primer plano nos deja claro con un letrero que allí siete mil personas murieron durante la ocupación nazi. No hay elección: estamos con el protagonista y desde el principio deseamos que lo consiga. 


En la primera escena lo intenta, mientras lo llevan en coche a la cárcel. Es su punto de vista el elegido: el manillar de la puerta, el cambio de marchas, el compañero que no hace nada y le deja hacer. Fracasa, pero en esa primera escena está todo; los detalles y la construcción obsesiva de un personaje con un único objetivo: la libertad. 

En la cárcel aparece, a los cinco minutos de trama, su voz en off. Y va a ser él quién nos va a acompañar en esta extraordinaria aventura interior; de la celda de castigo a la 102. Las conversaciones con los compañeros; el prisionero, anciano, desesperado que encuentra una esperanza en el esfuerzo por escapar de nuestro protagonista; el que lo intenta antes que él y fracasa, aunque, como bien dice uno de ellos: "él ha muerto para que tú puedas conseguirlo". 

Y, al final, no puede hacerlo solo. Un muchacho, que podría haberse convertido en un Lacombe Lucien, colaboracionista, un joven que aún no sabía lo que quería, le ayudará en el último tramo. Ambos escaparán y se "salvarán"; en el caso de Bresson en ambos sentidos, no sólo física, sino espiritualmente. 

El muchacho, cuando pisan la calle, le dice: "Si me viera mi madre...".  

Aquí tenéis la película completa. 


Último plano. Suena la música religiosa de Mozart. Y los dos escapan, protegidos por la niebla. Y nos emocionamos.

Son libres... Nosotros, también.