domingo, 7 de marzo de 2021

UN CONDENADO A MUERTE SE HA ESCAPADO


Bresson en Un condenado a muerte nos dice desde el principio qué es lo que busca. No hay engaños. 

Va a contarnos con sobriedad, sin detalles innecesarios o superfluos cómo un hombre ha escapado de la cárcel. El primer plano nos deja claro con un letrero que allí siete mil personas murieron durante la ocupación nazi. No hay elección: estamos con el protagonista y desde el principio deseamos que lo consiga. 


En la primera escena lo intenta, mientras lo llevan en coche a la cárcel. Es su punto de vista el elegido: el manillar de la puerta, el cambio de marchas, el compañero que no hace nada y le deja hacer. Fracasa, pero en esa primera escena está todo; los detalles y la construcción obsesiva de un personaje con un único objetivo: la libertad. 

En la cárcel aparece, a los cinco minutos de trama, su voz en off. Y va a ser él quién nos va a acompañar en esta extraordinaria aventura interior; de la celda de castigo a la 102. Las conversaciones con los compañeros; el prisionero, anciano, desesperado que encuentra una esperanza en el esfuerzo por escapar de nuestro protagonista; el que lo intenta antes que él y fracasa, aunque, como bien dice uno de ellos: "él ha muerto para que tú puedas conseguirlo". 

Y, al final, no puede hacerlo solo. Un muchacho, que podría haberse convertido en un Lacombe Lucien, colaboracionista, un joven que aún no sabía lo que quería, le ayudará en el último tramo. Ambos escaparán y se "salvarán"; en el caso de Bresson en ambos sentidos, no sólo física, sino espiritualmente. 

El muchacho, cuando pisan la calle, le dice: "Si me viera mi madre...".  

Aquí tenéis la película completa. 


Último plano. Suena la música religiosa de Mozart. Y los dos escapan, protegidos por la niebla. Y nos emocionamos.

Son libres... Nosotros, también. 



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