El ritmo es un aliado de la memoria, dice Irene Vallejo en su interesante ensayo sobre los libros en la Antigüedad, El infinito en un junco. Aunque se refiera a Homero, encaja perfectamente en la obra del autor armenio Pelesjan.
¿Cómo se podría entender la obra de Pelesjan, sino es a través del ritmo? No hay palabras en su filmografía, sólo montaje y música.
Siempre se apoya en opuestos.
Alegría y tristeza, luz
y sombras,
distancia y unión, pasado y nostalgia -suele utilizar Pelasjan imágenes de archivo- y presente, sobre todo, en su obra más redonda, Nosotros, una mirada hacia su propio pueblo,
realismo y experimentación.
Entre la tierra
y el cielo.
Observar la realidad es también interpretarla, darle forma, transformarla. Pelesjan lo hace. Como el tiempo.
Y así, nos transforma a nosotros también.
Y así, nos transforma a nosotros también.
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