jueves, 3 de septiembre de 2015

LO QUE VEMOS Y LO QUE NO VEMOS


Vemos hasta la saciedad a un niño, muerto, tendido boca abajo, en una playa...
Parece una pose, como si el fotógrafo lo hubiera puesto allí, pero no es una pose. Es el mar quien nos lo ha traído. El mar no miente, no oculta nada. No es como nosotros...
Es ya un símbolo: otro más que nos avergüenza.
Y sin embargo, esta fotografía que he puesto en el encabezamiento no provocó la misma reacción. En el interior de ese camión había setenta y un personas muertas y cuatro de ellas, eran niños... Como el niño de la playa... ¿Será la gallina la que nos hace olvidar quién murió en el interior de esa tumba con ruedas?

Imaginamos a estos refugiados aplastados, ahogados..., pero no los vemos. Y las imágenes en esta sociedad son más importantes que lo que imaginamos. Lo que no vemos, no existe. Lo que vemos, sí. Aunque la saturación de esas imágenes también nos pueda insensibilizar.

La fotografía de un muerto -y más si el cuerpo está descomponiéndose- es brutal. Sé de lo que hablo. Las he hecho. Y quien las ve, no las puede olvidar. ¡Ojalá pudiera olvidarlas!
Los familiares, en el siglo XIX, hacían fotografías a sus muertos, -sobre todo, si eran niños-. Pensaban que así les podrían recordar como seres puros, inocentes, "ángeles" que están en el cielo. Parecían dormidos.


El niño de la playa no tendrá esa suerte.
Los niños del camión, tampoco. Ni los que han muerto en el mar: serán sólo un cadáver que se descompone... y muy rápido.
Habrá fotografías: en un informe policial, en el del forense, en el ordenador de algún periodista que tal vez las guarde para recordar y no olvidarlas...
Tal vez esta fotografía tenga un valor mayor: otras vidas se salvarán, los gobiernos permitirán la entrada de refugiados... hasta que se nos vuelva a olvidar que si vienen, es porque huyen de guerras, hambrunas, que nosotros hemos comenzado, nosotros o los políticos a los que votamos o las empresas que nos dan de comer o a las que compramos sus productos...

No nos gusta ver la muerte, somos hipócritas. En vano.
La muerte está siempre reflejada en nuestros ojos...


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