viernes, 11 de septiembre de 2015
APUNTES (II): QUEMA Y ACARICIA... TAMPOCO NADIE MATARÁ A MIS RUISEÑORES
"La vida nos ofrece demasiados tragos amargos y demasiados momentos en los que los malos ganan a los buenos. Demasiado crimen sin castigo y demasiado castigo sin necesidad. No es necesario que nos vayamos quedando sin lo bueno del mundo..."
El hombre que escribió estas palabras, J. , acaba de morir...
El reflejo del sol en el mar. El cielo está quemado.
El tren me muestra una imagen en movimiento, un leve destello de luz...
Lo echaré de menos. Uno siempre echa de menos el mar. Y más, este: el Mediterráneo.
He visitado Barcelona muchas veces en el último año. Y este ha sido una despedida, un adiós.
Ahora todos estos viajes me parecen un puzzle, troceado, descolocado. Desearía recoger, poner las piezas en el lugar correcto, pero no sé ni dónde ni cómo situarlas. Quizás necesite tiempo. Sí, necesito tiempo...
Se mezclan imágenes -de invierno, de primavera, de verano-, ropas diferentes, paisajes variados y, por supuesto, un rostro, una mirada, unas manos, un cuerpo que se repite, el de C., que confiere unidad a lo que no lo tiene en este momento. Y más personajes, testigos, acompañantes, observadores. Olores, sabores, imágenes fijas y en movimiento, inconexas, conectadas, deshilvanadas, ordenadas...
Se pone el sol en Barcelona. Estoy en una terraza, bebiendo un zumo de naranja: un placer, sin duda. La belleza, el equilibrio, la simetría tendrían que convertir este instante en algo único, irrepetible. No lo es; C. se aleja de mí, se ha marchado. Los pensamientos distorsionan el presente que tengo delante mío: un padre abrazando a su hijo...
J. se estaba muriendo en ese momento. La belleza es efímera, se nos escapa de entre los dedos...
Al día siguiente, un whatsapp: J. falleció ayer. Las palabras no tienen sentido, se te queman en las manos...
Un documento oficial: el padrón de 1940. Señalo la firma de mi abuelo, que murió demasiado pronto, muy joven,
y recuerdo a su hija, una niña de 8 años, vestida de primera comunión, mi madre.
Un padre al que pudo conocer tan poco... Pienso también en la hija de J. Hay padres que mueren demasiado pronto...
Vuelves a Madrid.
J. ya no está. C. ya no está. Una tromba de agua: tormenta terrible. La naturaleza juega con nosotros.
Las gotas de lluvia en los cristales de un tren...
"...porque no hay nadie más feliz en el mundo y porque me hacen sentir vivo."
El cielo es azul en Madrid. En el centro de Madrid. Un azul brillante, intenso, tan fugaz como la mirada de la persona a la que amas, tan profundo como el mar infinito...
Conocí a J. Y, aunque hace años que no sabía de él, leía sus palabras: las que escribía en su blog. Las palabras del que sabe que la vida se escapa y hay que tomarla, agarrarla, porque mañana, tal vez, ya no puedas hacerlo...
"...y siempre son buenos recuerdos, porque los malos los he olvidado."
C. y J.
Quiero olvidar los malos. Sólo quiero tener buenos recuerdos de vosotros.
Matar a un ruiseñor. Atticus Finch; un hombre amado y que amó, íntegro. Como J.
Tampoco, J, nadie matará a mis ruiseñores.
El sol de Madrid quema y acaricia...
¿No es eso la vida?
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Así es, Santiago.
ResponderEliminarComo en estos últimos versos que escribí en Pocinho (Portugal) en 2008.
Ahí está la simbiosis de la vida
Amargo e Doce
Doce e Amargo
Así es la vida
Así... el amor
Un fuerte abrazo