sábado, 11 de febrero de 2012

REFLEXIÓN Y HUMOR GRÁFICO: ¿HAY FUTURO PARA LA DEMOCRACIA?



La nueva reforma laboral ya está en el BOE.
¿Salimos a la calle para protestar? Unos pocos, esos del 15 M tan radicales...
¿Pensamos que estas medidas van a ayudarnos? Me temo que hay muchos que sí lo piensan.
¿Nuestros derechos sociales van a verse reforzados?
La respuesta sería otra pregunta: ¿le interesan a la mayoría de los españoles sus derechos? ¿Los sociales o los políticos?


Esta semana ha sido curiosa. El nacionalismo español -sus medios de comunicación, por supuesto, pero también sus políticos- ha exagerado hasta la saciedad la burla de unos guiñoles, -qué peligrosos- que se reían de algunas de nuestras vergüenzas deportivas. Nos falta sentido del humor, según parece.


Garzón -no ha sido un buen juez, pero el castigo ha sido brutal- ha sido condenado por querer enchironar a unos corruptos y sacar los trapos sucios -los muertos en la fosa- de una transición a medias, la nuestra. No lo fue por cerrar algún periódico o hacer oídos sordos a casos de tortura. ¿Cuál ha sido la reacción? Escasa repercusión; menor que la del orgullo patrio deportivo. Todo está atado y bien atado y ya sabemos quién está detrás.


Ayer un sindicalista en la sala de profesores nos hablaba de las reformas de Rajoy como si fuera el tiempo, algo que debemos aceptar con total naturalidad, mientras nos intentaba vender que su sindicato es el mejor, que va a dialogar con los cómplices de Esperancita y que, gracias a ello, nosotros vamos a ganar o, mejor dicho, conservar alguno de nuestros derechos adquiridos. Imagino que las huelgas no le han afectado demasiado a su sueldo ni a sus convicciones -si es que tiene alguna. Podía haber evitado una guardia, pero antes de saltarle al cuello, preferí sustituir a mis compañeros. Y allí me encontré con una parte de nuestro futuro: una adolescente que no se había traído nada al instituto. Ella misma confesaba que había venido sólo a charlar... no creo que de la reforma de Rajoy.


Los sindicatos -los de siempre- nos dicen que la mejor respuesta a la reforma del PP es, primero, una manifestación el domingo; luego, que hablarán con Rajoy -todos sabemos que les dará largas y prebendas, como siempre han hecho con ellos- y luego para hacer el paripé, montarán una huelga general de un día. Huelga a la que sólo irán los funcionarios y la industria, porque como todos sabemos, los demás pueden ser despedidos si el empresario considera que no somos "útiles y productivos". Y ya se sabe que los huelgistas no son útiles ni productivos...



Por supuesto, si hacen esa huelga, yo no la haré. Estoy harto de payasadas.
¿No hacerla supone apoyar las medidas de Rajoy impuestas por el FMI and Cia? Por supuesto que no, pero la huelga que hacen los sindicatos tradicionales no sirve para nada. ¿Sirven en Grecia y llevan más de una docena? Allí cada vez las medidas son más duras, más estrictas. Al pueblo nadie le hace caso; la falta de respeto es brutal. Y el pueblo sigue votando a esos políticos, aunque ya hace mucho dejaran de ser representantes nuestros; pero la gente hace unos meses ha elegido esto; ¿por qué?

Algunos piensan que lo van a hacer mejor que los anteriores... Nos engañan tan fácilmente. Nadie quiere pensar por sí mismo. Es mejor no hacerlo. Que lo hagan ellos; para eso les pagan...
Otros piensan que el mejor sistema es el modelo americano. La economía libre, libre de derechos sociales, libre para actuar a su antojo... Libertad que restringe derechos. La falsa libertad...
Otros, muchos, no creemos ya en estos partidos tradicionales.


Y esto sólo es el principio. Las medidas serán cada vez más duras como en Grecia. Y los representantes políticos, sean quienes sean -no hay diferencia entre unos y otros- harán lo mismo que en Grecia, hasta conseguir su objetivo: que la democracia que tengamos sólo sea democracia por el nombre.


Un futuro nada halagüeño nos espera. Si salimos de la crisis, lo haremos más pobres en derechos. ¿Y a quién le importan los derechos si llega el dinero? En la siguiente crisis -y cada vez serán más fuertes, porque este sistema tanto el político como el económico ha entrado en barrena y en descomposición- ya no quedará ningún derecho que defender. Y si no salimos, la gente se irá desesperando poco a poco. Tal vez reaccione o tal vez no...

Dicen que el fin del mundo será a finales de este año. Creo que están en lo cierto; se acerca el final de algo; esto va a estallar y nadie quiere verlo. Todos lo sabemos, lo intuimos, aunque no aparezca en los medios de comunicación. Y cuando lo haga, la pregunta será: ¿qué haremos cada uno de nosotros?
¿Mirar para otro lado, disfrutar mientras se pueda, patalear de cuando en cuando, aceptar todo lo que nos vendan sin decir ni mú o justificándolo?


¿Hay soluciones? ¿Otras soluciones? Tendrían que ser ya tan radicales que necesitaríamos una verdadera revolución. Una revolución social, política, económica. Todo el sistema actual con todas sus instituciones -la monarquía, en primer lugar, los sindicatos, los partidos tradicionales, la judicatura, las estructuras macroeconómicas, los bancos deberían ser transformados o eliminados de raiz. ¿Tendremos alguna posibilidad de hacerlo? ¿No existiría el peligro de una involución cada vez mayor? ¿El miedo no nos llevará a sistemas donde ni siquiera tengamos el derecho de patalear?

Lo que hagamos, sea lo que sea, marcará lo que seamos en el futuro como personas y como sociedad.

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