lunes, 20 de febrero de 2012
SHAME Y HUNGER
Se acaba de estrenar Shame. Es el segundo largometraje de un director al hay que tener muy en cuenta en los próximos años: Steve McQueen.
Su primer largometraje, Hunger, trataba un tema controvertido. Narraba la huelga de hambre de Bobby Sands, preso del IRA...
...pero lo hacía de una manera descarnada, dura, seca, sin dulcificaciones de ningún tipo, -esas a las que Hollywood, y no sólo Hollywood, nos tiene acostumbrados-. Su visión era brutal.
Es curioso; esta película no se ha estrenado en España, el único país europeo donde no hemos podido verla en los cines. ¿Razones políticas? La película es del año 2008; por aquí aún se recordaba la huelga de hambre de Iñaki de Juana, se había roto una tregua meses antes. No parecía oportuno estrenarla...
Una huelga de hambre llevada a las últimas consecuencias es terrible... sin más.
Si en Hunger destruir el cuerpo significaba alcanzar la libertad, en Shame encontramos el mismo punto de partida y el mismo estilo con una percepción diferente: la cárcel es el cuerpo. Hay un fuerte componente físico; en este caso, centrado en una sexualidad enfermiza que destruye el alma a través de la obsesión física del protagonista, la necesidad compulsiva por el sexo y su incapacidad para comprometerse y expresar emociones más profundas.
No hay término medio; es radical, como sólo son las películas que muestran de manera directa y contundente la parte oscura con la que todos nosotros cargamos. Remueve por dentro, tal vez, lo que no nos gusta. Ese es el objetivo. Desde el principio, desde el prólogo de esta historia...
En ambas películas hay un actor de primera; no necesita un Oscar ni que le nominen para que afirmemos sin rubor alguno que es uno de los mejores actores del momento: Michael Fassbinder. A su lado una actriz bastante interesante y con un futuro muy prometedor: Carey Mulligan a la que también podemos ver en Drive en un papel muy diferente. Aquí interpreta a la hermana del protagonista, una chica con una fuerte dependencia emocional.
En esta escena mientras su jefe, un tipo que engaña a su mujer con cualquiera que se le presente, intenta ligarse a su hermana, el personaje de Fassbinder con muy pocas palabras lo dice todo.
No esperen, si van a ver esta película -y si tienen la oportunidad alguna vez de "disfrutar" de Hunger-, nada almibarado, ni elegante, ni agradable. Es cortante como el filo de una navaja o el frío de una mañana de invierno. Te deja agotado, sediento, hambriento, dolorido. Te atraviesa las entrañas. Y vale la pena...
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