Esta semana fallecieron dos grandes actores.
Una de ellas es más conocida por los cinéfilos, Gena Rowlands. Actriz de carácter y fuertes connotaciones teatrales hizo sus mejores interpretaciones en las décadas de los años sesenta y setenta, sobre todo, con su marido Cassavettes. Su cine -porque, aunque los guiones eran de Cassavettes, es difícil imaginar a otra actriz que no fuera Gena Rowlands- es el punto de partida de un manera de ver el mundo independiente de la gran maquinaría de Hollywood y encontró su público y dejó herederos en las generaciones posteriores.
Actores desconocidos, escaso presupuesto, improvisación: aspectos que los relacionan con la Nouvelle Vague.
Su película más conocida es Una mujer bajo la influencia, un papel enorme, lleno de aristas que cualquier actriz hubiera querido interpretar. Y ella lo hace magníficamente.
Woody Allen la dirigió en Otra mujer. Es más, estoy seguro que escribió este papel a lo Bergmann para Gena Rowlands. Demuestra en esta escena con Mia Farrow por qué era una gran actriz.
Por otro lado tenemos a Alain Delon. Sorprenderá a quien no me conozca que haya puesto como fotografía de entrada un fotograma de La piscina. Mi admiración por Romy Schneider supera el tiempo y el espacio y no podía dejar de mencionarla. Y esta es una de las pocas películas en las que coincidió una de las parejas más icónicas del cine.
La piscina es una película de género -cine negro con un cielo azul y un verano tórrido- y cuatro personajes. Los dos devoran la pantalla y sus personajes se devoran mutuamente y destruyen lo que les rodea. Si esta película sigue atrayéndonos es gracias a ellos.
Alain Delon tiene otras obras en su larga filmografía. Las mejores, en general, las hizo en los años sesenta.
La mejor versión de Ripley -y la última es bastante digna- la interpretó Delon en una de sus primeras apariciones en la gran pantalla. A pleno sol juega con la ambigüedad que el actor sabía expresar a la perfección.
Es difícil sospechar que bajo ese rostro tan atractivo se esconda un hombre retorcido y un asesino. Que lo haga creíble es la gran baza de esta película.
Rocco y sus hermanos le consagró, sin duda. Aquí interpreta su opuesto: un hombre bueno y generoso. Quizá una de las mejores escenas de la película es esta: dos personas perdidas, agotadas se descubren y sueñan; tal vez puedan tener un futuro mejor. Las palabras que dice Rocco son hermosas; la lágrima de ella, Annie Girardot, Nadia, esa que se resiste a caer, siempre me ha emocionado.
En El gatopardo, también de Visconti, interpreta a un joven arribista que sustituirá a los amos de otros tiempos. El noble deja paso a los jóvenes cachorros para que todo cambie, para que todo siga igual. Claudia Cardinale es su pareja perfecta.
Antonioni lo dirigió en El eclipse. Bajo la excusa de una relación de pareja la película habla de temas como la incomunicación o el vacío existencial.
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