jueves, 29 de diciembre de 2022

ZIGZAGUEOS

 

Contemplo el cielo nublado desde la ventana de la habitación de mi hermano. Ayer Yume tomaba el sol; hoy se refugia en la oscuridad, sobre un cojín, oculto, ovillo, círculo imperfecto. 

Fácil decepciona. Mucho más, si leíste el libro de Cristina Morales. La serie ha podado todo lo que pueda herir o molestar; incluso, incluye a dos personajes "normales" para que el espectador medio se diga a sí mismo: "sí, sí, los entiendo". ¿Política? Ni mentarla; si acaso, solo como fondo de armario, en las noticias del telediario. Uno se pregunta si la complacencia o lo políticamente correcto no es una forma sutil de censura. 

Mientras busco mensajes más profundos e inquietantes, No me gusta conducir se agradece. Alguien podría pedirle a Borja Cobeaga algo más de enjundia. ¿Qué podríamos decir de las relaciones entre padres e hijos? Están condenadas desde el principio. La vis cómica nos hace olvidar que somos, como dijo hace siglos un poeta griego, el sueño de una sombra. Sacarse el carné o no sacárselo, nos hace reír, mientras tanto...

Exterior Noche nos habla de un pasado reciente. Aldo Moro es la víctima que debe ser sacrificada; todos le quieren muerto: los americanos, las Brigadas Rojas, su partido. Los puntos de vista se multiplican y convergen. En Italia bucean en su pasado; aquí, nos negamos a afrontarlo.

Lars Von Trier recupera una idea de los años noventa. Un hospital da para muchas historias; este, ocupado por espíritus y demonios, nos arrastra al surrealismo. The Kingdom se mueve entre un humor delirante y un realismo espectral. No hay nada igual, ni lo habrá. 

Es la hora de comer; el nuevo invitado, Kenji, un gato, joven y pesado, se lanza sobre el plato. Yume, más pausado, lo observa. Yume San, sin duda. 

Observo los dibujos de Hiroshige. 

Los colores nos llenan de vida; las líneas y los trazos se pierden en el tiempo. 

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