lunes, 12 de agosto de 2019

SERIES: CHERNOBIL, YEARS AND YEARS, MR. ROBOT, BETTER CALL SAUL


Es un hecho que desde hace más de una década las mejores ideas y algunas de las mejores historias están llegando de la televisión. Las cuatro series de las que voy a hablar -aunque lo hagan desde perspectivas que puedan parecer diferentes- son un buen ejemplo de cómo se reflejan nuestros miedos ante un presente y un futuro repleto de incognitas. Sobre todo, políticas. Y de estas voy a hablar.

Estética o artísticamente todas son de gran calidad. Los guiones son buenos, aunque haya aspectos de cierta fragilidad. Sobre todo, en la parte ideológica. Porque no lo olvidemos, toda obra artística conlleva un posicionamiento sobre la realidad. Que es también ideología y propaganda.

Por ejemplo, Years and years en el sexto y definitivo episodio no es capaz de llevar hasta las últimas consecuencias el discurso político que había iniciado. Son interesantes sus previsiones tecnológicas, pero, al final, comete varios errores de guion -sobre todo en este episodio final- que le lleva a buscar una "conclusión feliz" que no resulta creíble. Es decir, asume el discurso del sistema -los extremos se tocan- sin profundizar mucho más en los mecanismos del poder. O dicho de otra manera, promueve la equidistancia. En esto, Years and years es decepcionante.
La otra distopía, Mr. Robot, tiene más consistencia, aunque sitúa a China como el enemigo; seria una lucha de intereses en la que el sistema simplemente cambia de dueño. Nada se puede hacer para derribarlo; o, al menos, por el momento...
En ambas el planteamiento es muy similar: quien controle las nuevas tecnologías dominará el mundo. En Mr. Robot bajo el prisma de la locura del personaje -dividido en dos personalidades- es más oscura y enfermiza. Years and years, al contrario, resulta más convencional -la familia británica de clase media- y, si se aleja de su espacio, propone ideas ridículas -como que en España gobierne la extrema izquierda-. En el fondo, en una serie que critica el populismo y las políticas migratorias -la idea de los campos de concentración-, el cambio climático o la democracia, es incapaz de ir más allá, de atreverse a afrontar una visión apocalíptica o crítica hasta las raíces, sin límites que la coarten; y eso explica el decepcionante último episodio, más propio de una película americana de Hollywood que de una serie de calidad.
Mr. Robot, sin embargo, vuelve al punto de partida, como si todo hubiera sido un juego de ideas. Después de cuatro temporadas, el protagonista nos sitúa de nuevo en la casilla de salida; pero esta vez ya sabemos quién mueve los hilos. En Years and years no se habla de quién controla los mecanismos -mass media, multinacionales-; y ese es su mayor error.

Chernobil mira al pasado. Es una serie cuidada, muy bien escrita, con personajes consistentes, pero, al final, uno tiene la sensación de que sólo ha servido para justificar el uso de la energía nuclear; eso sí, con las medidas de protección adecuadas. O para reflejar el entorno comunista, en el que el miedo y la delación estaban a la orden del día. Y aquí la visión es parcial. ¿Accidentes como estos sólo pueden suceder si el sistema está esclerotizado y el miedo y las dificultades económicas impiden tomar decisiones de seguridad básicas? Es posible, pero se pierde una oportunidad para explicar más ampliamente y con seriedad el final del comunismo. Se simplifica desde la perspectiva occidental y eso siempre supone un error. Y no se atreve a afrontar que el capitalismo también podría llevarnos a ese desastre.

Better call Saul va en otra línea. Se centra en dos personajes secundarios de otra serie de éxito, Breaking bad. Gran parte del trabajo ya estaba hecho: había un entorno construido con anterioridad con la ciudad de Alburquerque como epicentro, en Nuevo México -de corrupción, droga, carteles-, y personajes atractivos. Los creadores de la serie juegan sobre seguro y sigue funcionando. Quizá lo que interesa ideológicamente de esta serie es la constatación -que se da una y otra vez en las series actuales- del nivel de corrupción, asumido y aceptado por la sociedad, como mal menor, y que, de manera más o menos sutil, se nos dice que la única posibilidad de sobrevivir para muchos es engañar; es decir, sólo nos queda manipular las reglas de juego, porque, en el fondo, éstas sólo sirven a unos pocos y consolidan un mundo injusto.
Y la respuesta, como en Mr. Robot, sólo puede ser la de utilizar esas reglas para intentar dinamitarlo. O para aprovecharse de él, sin importar las consecuencias éticas, en Better call Saul.
Las soluciones, en ambos casos, son individualistas. Y te condenan a la locura, la soledad o la autodestrucción. En Years and years, refugiarse en un pequeño entorno familiar o social que te proteja no resuelve los conflictos; sólo permite resistir durante más tiempo.
A no ser que sirvan para enfrentarse a ellos.

No es un presente ni un futuro muy halagüeño el que reflejan estas series.
Pero, según parece, es el que tenemos.


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