Después de leer una obra como La perla de Steinbeck, mientras cierras el libro, las palabras, es curioso, se te quedan congeladas en la garganta.
Siempre te asombra que en unas pocas páginas o, si es una película, en unos pocos minutos, un autor sea capaz de contarlo todo. Y no estoy hablando de las obsesiones de Steinbeck -que aparecen, por supuesto, aquí-, sino de una visión completa de lo humano y de la naturaleza, de su crueldad y de su fortaleza.
Estamos ante una novela que, en principio, cuenta una historia muy sencilla. Una familia: una mujer, un bebé, un hombre. El hombre encuentra una perla; intenta venderla por un precio justo; se convierte en un paria, al rebelarse ante lo establecido; los tres huyen. Pero al destino no se le puede engañar. La tragedia, el fatum está decidido, hagan lo que hagan, como bien sabían los griegos.
Herodoto cuenta en el libro III de sus Historias la leyenda de Polícrates: a una gran fortuna le seguirá siempre una gran desgracia. En este caso era un anillo el tesoro envenenado que el mar devolvía. Como diría Solón a Creso: 'hasta que no alcances el final de tu vida, no podrás considerarte feliz'.
En la Perla, hay mucho más que una tradición oral con moraleja más o menos asumida, como ocurría con Policrates o Creso. Es, sí, también una historia universal –la melodía de la familia, el canto de la perla, la música del enemigo-, con la concepción y las percepciones de un autor moderno.
Por otro lado, aquí encontramos ternura, generosidad, bondad. También orgullo, honradez, fuerza. Y está el lado oscuro, esa sombra que se cierne sobre ellos. El clasismo, una sociedad injusta, alimentada por la avaricia y el egoísmo de unos -el cura, el médico, los comerciantes, los asesinos-, por el miedo secular de otros -la gran mayoría-. El héroe de Steinbeck es el que toma conciencia de lo que le rodea, después de haber vivido, como en el mito de Platón, en una cueva; ha salido al exterior y ha descubierto la realidad: así que no le espera más que dolor. Sí, también tendrá la dignidad, abriendo los ojos, de rebelarse contra lo establecido.
Versión cinematográfica de el Indio Fernández
Y la naturaleza. ¿Es cruel? No, eso solo lo encontramos en los seres humanos. La descripción de Steinbeck del mundo circundante, del telón de fondo, de su entorno es, a ratos, lírica y conmovedora; a veces, realista y brutal. No oculta que unos mueren para que otros puedan vivir.
Así ha sido y así es y así será.
La diferencia es que los seres humanos lo hacemos deliberadamente; provocamos y alentamos el sufrimiento de otros por codicia y avaricia; no por supervivencia. El eterno conflicto entre el bien y el mal.
Hay joyas que merecen ser leídas, porque nos cuentan lo que somos, dónde estamos.
Esta es una de ellas.