"En los tiempos en que durante meses viajaba en bicicleta a través de Francia, mi mayor placer era detenerme en los cementerios rurales, tenderme entre dos tumbas y fumar durante horas. La considero la época más activa de mi vida"
E. M. Cioran, Del inconveniente de haber nacido.
Al empezar la junta:
Las cifras ya hablan por sí solas. ¡No dejemos huella, no digamos nada!¡Hagamos la mejor junta de evaluación!
Durante la junta:
"Solo el sufrimiento nos lleva al conocimiento". Las leyes educativas nunca comprenderán esta sencilla revelación.
Hay que alabar las derrotas, los fracasos o los suspensos más que los éxitos. Se aprende más de ellos; revelan nuestra naturaleza.
La mentira y la calumnia tienen un origen evidente: nuestro miedo y nuestras inseguridades; sobre todo, cuando nos mentimos a nosotros mismos.
Ahora también se sacrifica a los Dioses... No hay mayor sacrificio humano que una guerra o un suspenso. Y después están los refugiados y los aprobados de última hora para demostrar clemencia y falsa generosidad ante altares ensangrentados.
Como bien decía Cioran, cuando se juzga o critica a los demás, uno no descubre el interior del que es juzgado sino el de quien juzga.
Es un bien tan escaso encontrar la brillantez en alguien, que necesitamos hacerlo destacar con dos cifras y dos mayúsculas.
Cuando nos acercamos al final de la junta:
Todas estas cifras son ya pasado. Aunque estén impresas, escritas, han dejado de ser.
¿Dónde ha estado lo esencial? ¿Dónde el estupor, el grito, el silencio, el estallido?
Y para terminar la junta:
Todas estas palabras, innecesarias. Todos estos deseos, superfluos. Volvamos, pues, a casa y durmamos plácidamente...
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