Chantal Akerman rodó un documental sobre Pina Bausch en los años 80 tras estrenar un musical, Golden eighties, precisamente: rareza en la filmografiia de Akerman. La acompañó durante cinco semanas en una gira.
No creo que sea casualidad. Tampoco que ambas hayan sido redescubiertas en la segunda década del siglo XXI, tras sus muertes.
Hay en Akerman desde sus comienzos en los años 70 una constante: la presencia del cuerpo, elemento indispensable de su narrativa. Cuerpos que se encuentran y se separan; y junto a ellos, la desesperación, como si fueran conscientes de su finitud y soledad. Lo veo en gran parte de sus películas. Nuit et jour es un buen ejemplo.
Akerman es más compleja, sin duda. Hay un feminismo vivido intensamente, presente, distante, independiente, mezclado con unas ansias de libertad que van más allá de las limitaciones sociales y, además, un encuentro con el espacio, el de la casa, cerrado, opresivo - como en La-bas donde el exilio es interior, el pasado que se recupera no ofrece más alternativa que la decepción-
Chantal se suicidó en el 2015, unos meses después de la muerte de su madre, otro de sus temas recurrentes. Muy presente en News from home, donde la lectura de las cartas de su progenitora tiene como único fondo visual las calles y el metro de Nueva York, sus gentes, su entorno. El final es todo un homenaje a una de sus ciudades, entre las que están también, por supuesto, Bruselas o París.
En su última película había documentado con una sinceridad brutal el deterioro mental y físico de su madre. El final de su filmografia: el plano secuencia de un espacio vacío, el interior de una casa. Antes hemos visto un cuerpo que se muere; una mente, vacía de recuerdos. Los que hemos ido escuchando a lo largo del metraje y que adquieren todo su sentido con ese último plano.
En la filmoteca de Madrid tenemos la oportunidad de ver toda su filmografia en noviembre y diciembre.
Como Pina Bausch estuvo experimentando, buscando, reinterpretandose a sí misma constantemente. Y ambas nos han dejado una huella y una herencia de la que muchos no somos conscientes. Pero está ahí. Con nosotros. Dentro de nosotros.