Los mitos se mueren; los actores también.
Este verano ha sido bastante extraño.
Dos suicidios de dos grandes actores: Seymour Hoffmann y Robin Williams y un accidente: Alex Angulo.
Dejaré el mito para el final.
Seymour Hoffmann era uno de los mejores actores de los últimos veinte años; alguno diría que era el mejor. Su filmografía es impresionante. Conseguía que sus personajes sudaran -a veces, sangre-, que fueran reales. Pocos actores han sido capaces de mostrarnos tal cosa.
En otro lugar está Robin Williams. Era un gran actor; en el fondo, un gran payaso: nos hacía reír mientras -como sabemos- lloraba por dentro. Otro grande, sin duda. Su filmografía no es tan impresionante, pero le recordaremos. También sabía mostrar su otra cara y lo hacía con gran talento.
¿Y Alex Angulo? Un gran secundario. Y en España los secundarios, como todos sabemos, son grandes actores a los que olvidamos muy a menudo.
Al mito Lauren Bacall lo dejo para el final. Lauren Bacall es una de las últimas actrices del gran Hollywood. Morir en verano, en pleno agosto, es el último gesto discreto de toda una dama. ¡Ay, quién no recordará ese "si me necesitas, silba. ¿Sabes silbar?!"
Bogart parece que sabía silbar...
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