Suena el timbre del teléfono. No lo descuelga. Otra vez. Otra vez. Ha callado.
Entonces descolgó. Palabras susurradas. La tía ha muerto. Al fin. Pasó años encadenada a una cama de madera. Su perro no quiso marcharse; esperó meses a que volviera y murió de tristeza.
Un gato, Yume, se ha transformado en un círculo perfecto. Sueña. Hace frío fuera. Chispea. Llovizna. Marzo también es un mes cruel; no tanto como Abril. La memoria y el deseo aún le esperan.
Un foco de luz. Recuerdo. Futuro. Es y será. A la misma hora, en el mismo lugar, en el sillón cubierto por la manta roja un gato recibe los rayos del sol. Es matemático, previsible, necesario. No admite sorpresas. El gato se despierta; extiende todo su cuerpo; ocupa el espacio, los límites de la luz. Cierra y abre los ojos; bizquea. La sombra le repele. El instante, sordo, ensanchado. No hay sonido sin silencio. El sonido incrementa el silencio.
Pasea por el cementerio. Los nombres, las fechas, las palabras repetidas, ordenadas, adornadas con cascadas de colores. Memorias calcinadas, impasibles, olvidadas. Flores secas, agua estancada. Las hormigas en fila devoran la carne putrefacta. Quiere declararles la guerra. Es inútil. Son demasiadas. Olor a podrido. El cuerpo que se pudre hoy. Ya no era ella.
El cielo cubierto de nubes grises que entran por el papel mojado, destiñen la tinta. Me gusta la forma en que caminas, le dicen. Un rojo desvaído, un ladrillo despojado de mármol. El paso del tiempo. Las ruinas reflejan la luz, atraviesan la Historia. Agua que fluye. No se aparta a otra habitación más agradable. Marionetas sin hilos; acaban de cortarlos. Nerviosa, columpia la pierna, cuando habla; soberbia, solo habla con sus iguales; no mira a quien desprecia.
Le estremece el frío. Democracia, dinero; cuenta los dedos de su mano. El dolor de la articulaciones, sus músculos se atrofian. Μου αρέσει η θάλασσα. Duerme en una isla griega. Respira la brisa. Sonido rítmico: sí y no; sí y no; sí y no...
El blanco y el azul se mezclan con el salitre. Tiene la sangre salada. La línea del horizonte se desdibuja en la memoria. Adivina el olor de las profundidades del mar y el de la playa desierta.
Solo le queda el silencio...
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