A finales de junio, el 30, se estrenará Estiu 1993.
La historia es sencilla: una niña -la guionista y directora del largometraje, Carla Simon; lo que cuenta es autobiográfico- pierde a su madre. Es acogida por sus tíos y tendrá que adaptarse a un ambiente diferente -el de un pueblo del interior de Gerona.
No hay nada más. Es suficiente. No sólo hay una mirada nostálgica a la infancia -que existe; es inevitable-; también nos ofrece, por un lado, la complejidad de la mente de una niña que es inocente y tierna y también puede ser egoísta y cruel -necesitamos afecto y normas y límites-, y, por otro lado, es capaz con detalles de ambientación mínimos hacer creíble que nos encontramos en el año 1993. Cualquiera que haya vivido su infancia en los años 80 y principios de los 90 se podrá sentir identificado con algunas de las experiencias que cuenta Carla Simon.
En el coloquio posterior Carla Simon habló de algunos aspectos de la pre y post producción. Me quedo con la escritura del guion. Vivía y trabajaba en el extranjero. En un verano de hace cinco años visitó a sus padres adoptivos. Habló con ellos. Miró fotografías -que también le sirvieron en la planificación durante el rodaje- recordó imágenes, emociones de esa época -sentimientos de culpabilidad, alegría, rabia- y contrastó esos recuerdos fragmentados con los de sus padres, más racionalizados y extensos. Volvió al extranjero. Escribió el guion en una semana...
Carla Simon ha contado una historia personal y familiar y lo ha hecho de la mejor manera posible. Con sencillez. Y emociona. Es suficiente.
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