domingo, 18 de diciembre de 2016

PATERSON




Paterson.

Un pueblo. Un conductor de autobús.

Lunes. 

Estoy despierto. Miro el reloj. Son las seis de la mañana. 
Un beso a Laura. Su piel... 

Se despierta. Me cuenta un sueño: tenemos gemelos. 
Una caja de cerillas. Nace un poema de amor. 

Martes. 

La poética de lo cotidiano. La belleza de la anécdota. 
Lo extraordinario del detalle. La repetición y el tiempo. 
La cercanía y la amabilidad. 

Miércoles.

Una niña espera y me recita un poema. Un enamorado se desespera. 
Gemelos. 
El camarero del bar juega una partida de ajedrez contra sí mismo. 

Jueves. 

Miradas a través de un cristal. 
Diálogos de dos pasajeros. Desencuentros de dos cuerpos. 
Reflejos en el fondo de un vaso de cerveza. 

Viernes. 

Líneas blancas y negras en un pastel, en la cortina del baño, en el vestido de Laura.
Agua que cae. Una cascada. Lo llaman lluvia. 
Laura toca una melodía en su nueva guitarra. Un payaso arlequín.

Sábado. 

Felicidad de Laura. Una pantalla en blanco y negro...

Trozos de papel. Palabras perdidas, rotas, quebradas. Vacío.

Domingo. 

Un paseo solitario. Un japonés se sienta junto a mí. 
Me regala un cuaderno secreto. Otro. 
Abro el cuaderno. Una hoja en blanco.
Las palabras vuelven. Y se repiten... 

Lunes.

Estoy despierto. Miro el reloj. Son las seis de la mañana. 
Un beso a Laura. Su piel... 


Paterson ha escrito un poema. O Jarmusch...

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