sábado, 19 de marzo de 2016

LA LEY DEL MERCADO: LA ÉTICA




La política. La palabra viene del término griego πόλις. La ciudad, el ciudadano.

El concepto de política ha quedado circunscrito en los últimos decenios al político profesional y los partidos e ideologías: su corrupción, intereses... Hemos olvidado que hacemos política, incluso con nuestra indiferencia. No somos inocentes. Nadie lo es.

Hay quien hace cine político, en el sentido más noble del término. Muestra la realidad, por supuesto, desde un punto de vista. Nada es objetivo; somos subjetivos, lo queramos o no.

El documental es una opción. Siempre lo ha sido, desde los primeros planos rodados por los hermanos Lumiere.

Kieslowski al que recordamos estos días, porque se ha cumplido hace poco veinte años de su muerte, empezó en el documental. Acabó en la ficción, consciente de que el documental no muestra toda la realidad, sólo una parte de ella.



La denuncia de la realidad y el deseo de cambiarla -una ilusión, tal vez- puede ser uno de los motivos que empujen a muchos hacia este género. Otros hermanos, los Dardenne, han alcanzado una calidad asombrosa en cada una de sus películas. Ellos también empezaron en el documental, pero cambiaron a la ficción, porque para ellos la realidad es el punto de partida y el punto de llegada.

En Dos días y una noche, su últíma película, el tema era el paro. O la supervivencia. Es un tema clave en toda su filmografía.



Lo es también en La ley del mercado. No es tan redonda como la de los Dardanne, pero la realidad de un parado, su vida social y privada aparecen ante nuestros ojos de manera muy digna.



En el final de ambas los dos personajes deben tomar una decisión ética.

¿Acepto las reglas del juego de este sistema capitalista y jodo la vida a los demás, protegiéndome a mí mismo? ¿O rompo la baraja, me aparto, sabiendo que eso significa que estaré de nuevo en el paro?
¿Me convierto en un elemento más del engranaje, disfrutando de una situación cómoda, aunque eso signifique olvidarme del sufrimiento de otros? ¿O decido ser libre, aunque eso suponga tener dificultades para llegar a fin de mes?

Todos, antes o después, tomamos una decisión parecida. Nadie es inocente.

Nuestros dos personajes son valientes. Apuestan por la libertad; son héroes, pero no sabemos lo que ocurre después. Mañana estarán solos; no habrá aplausos. Tendrán que seguir buscando trabajo y recibir portazos y desprecio. Los finales son abiertos, porque ahora no creemos en la política.

Sólo nos queda la ética y la humanidad.



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