Si me quedo con una primera impresión sería esta: quedan cabos sueltos.
Guerín busca eso.
Su cine documental
se construye poco a poco; se organiza de manera autónoma, espontánea, libre… Y
no olvida el humor. Nada es posible sin él…
Partimos de una clase; desde la cátedra el profesor imparte una asignatura.
Tenemos al profesor,
varias alumnas y, en casa, a la mujer del profesor. Y aparece un tema: Petrarca y su musa, Beatriz.
Y se abren pétalos, más y más
senderos: ideas que se entrelazan. Miramos a través de los espejos. Y sin
ellos.
Tenemos la literatura: su papel en
la construcción de nuestros sueños y la realidad que nos circunda.
Tenemos la seducción: el juego de
espejos y costumbres e ideas preconcebidas que necesitamos para sobrevivir y
afrontar el mundo.
Tenemos la relación que se establece
entre el profesor y las alumnas. Que podría ser, -¿por qué no?- una historia
acerca del poder y el uso descarado y narcisista de este desde una situación de
privilegio. Y muchas cosas más también.
Y la palabra. La palabra sin la cual
no existiríamos. Sin la cual nada de lo que tenemos, podría existir.
No es Guerín alguien que busque
respuestas. Sólo hace preguntas.
Y deja abiertas todas las interrogantes…
No hay comentarios:
Publicar un comentario