domingo, 1 de julio de 2012

LOS MESES DEL AÑO EN EL CINE (VII): JULIO

¡Ay, julio! El verano empieza. Llega el tiempo de las aventuras, del cambio, de conocer nuevos mundos, de tener nuevas experiencias enriquecedoras; llegan las vacaciones para el niño y el adolescente, del primer amor, el primer beso, el primer porro... ¡Qué bonito es el verano! Como imaginaréis hay muchas, muchísimas películas en julio o alrededores. Tendré que hacer una selección, porque si no, esta entrada sería interminable.
Empecemos con Navidades en Julio de Preston Sturges, uno de los grandes directores de comedia de los años 30 y 40. El protagonista engañado por unos amigos cree que ha ganado la lotería. Todo el mundo lo cree -el rumor se extiende y todos quieren estar cerca del dinero- y empezará a hacer sus sueños realidad. El problema será cuando se descubra el pastel.

 

America saliendo de la Gran Depresión. Es un humor con ciertas dosis de política y crítica social.
El calor es un componente indispensable de este mes. Puede llevar al sexo, al engaño y a la destrucción como en Fuego en el cuerpo, una película de cine negro de Lawrence Kasdan.

  FUEGO EN EL CUERPO TRAILER 

Mucho calor... mucho. No lo hagan en sus casas; puede costarles la cárcel.
También puede hacer que surga nuestra vena curiosa, de mirones. Como le pasa al protagonista de La ventana indiscreta de Hitchcock. Nuestro protagonista se aburre y duda entre espiar a sus vecinos y descubrir a un asesino o comprometerse con Grace Kelly.

 

 Hará las dos cosas. Un tipo con suerte... o no...

 

 Los amantes del Círculo Polar de Julio Medem termina en verano en el Polo. Es un final triste para un amor del que se ríe el Tiempo y el Espacio, condenado a no hacerse realidad nada más que en los sueños... o en los ojos de una muerta.

 

El eclipse de Antonioni. No se puede hablar de ella; hay que verla. Es inquietante, extraña, experimental. No se puede hablar de cine sin él. Abrió muchos caminos. Luego su cine puede gustar más o menos, pero nadie le niega talento.

Rohmer es otro cineasta del verano. Muchas de sus películas se desarrollan en esta época. Mencionemos algunas. Por supuesto, Cuento de verano. Es ligera, suave y deliciosa como un buen postre.

 

 En la Rodilla de Clara, un cuarentón está obsesionado con la rodilla de una adolescente. Mientras tanto, va de flor en flor. Al final consigue hacer realidad su fetichismo... le toca la rodilla. En otro director sería una película enfermiza; el personaje sería un pedófilo en toda regla. En Rohmer te diviertes. El entorno es el de Annecy, a unos kilómetros de los Alpes suizos.




En El rayo verde -la acción empieza en julio y termina en agosto- la protagonista quiere ver el último rayo del sol al atardecer, el rayo verde, para conseguir el amor. Al final, lo consigue. En verano todo es posible...

 

 Vamos ahora con los niños, adolescentes que tienen experiencias de todo tipo en verano, lejos de los convencionalismos de una educación que les coarta su libertad...
Las películas de Robert Mulligan giran casi siempre en torno a estos personajes. En Matar a un ruiseñor -que este año cumple 60 años de su estreno- los hijos de un abogado que defiende un caso que va a perder -buscará la inocencia de un negro en un Sur blanco- en varios veranos aprenden muchas cosas... de gran valor. Una joya.

 
Es el padre ideal.




 En El hombre en la luna, Verano en Luisiana, su última película, y la primera interpretación de Reese Whiterspoon la muerte corta de raiz un amor incipiente. El aprendizaje de las dos hermanas es brutal, pero las acercará mucho más. Una película sencilla y cálida.

 

 En Los juncos salvajes de Techiné, el descubrimiento del primer amor, desesperado, doloroso, apasionado, como sólo es el primer amor...

 

 En Stand by me, un clásico, de Reiner. De nuevo la nostalgia. Esos veranos en los que éramos niños y todo era posible...




Vuelvo y concluyo con Robert Mulligan. En Verano del 42 un adolescente descubre el amor, un primer amor que duele y se recuerda para siempre. El comienzo es maravilloso...

COMIENZO DE VERANO DEL 42 

La escena en la que el joven protagonista conoce por primera vez el amor es maravillosa. Con una Jennifer Connelly -su personaje acaba de saber que su marido ha muerto en la guerra- extraordinaria. La delicadeza y la ternura pocas veces se han visto reflejadas en el cine con tanta claridad como en esta escena.

 
 El final se cierra con el mismo sabor nostálgico que impregna toda la película.

  FINAL DE VERANO DEL 42 

No habrá otro verano como el verano del 42.
¡Ojalá también para vosotros este verano sea inolvidable!

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