jueves, 24 de marzo de 2011

A MI PADRE


Mi padre ha muerto hoy a las ocho y cuarenta de la mañana en el hospital Infanta Leonor.
Empiezo a acostumbrarme: la muerte de un ser querido siempre me llega con una llamada de teléfono, una voz triste al otro lado a cientos de kilómetros y después, un viaje de vuelta en autobús donde se me agolpan los recuerdos, sin orden, deslabazados, inconexos, detalles sin importancia que toman en ese instante un papel protagonista…
El domingo lo vi por última vez. Se me ocurrió preguntarle por el nombre del cine de Carabanchel al que iba cuando era joven. Me parecía recordar que el nombre era el de una diosa o un dios griego. Intentó escribirlo en una hoja de papel –no podía hablar, tenía un tubo en la garganta-, pero no pude descifrarlo.
De joven mi padre iba mucho al cine. Veía películas en las sesiones dobles de la época, cientos de ellas. Fue la mejor época de su vida a la que volvía en los malos momentos que llegarían después.
Raúl y yo hemos recogido esa pasión por el cine; tal vez la hemos heredado de manera natural, sin darnos cuenta.
Mi madre por entonces vivía a quinientos metros de ese cine, pero no se conocieron allí; sino en un hospital, en otro hospital. Donde empezó todo lo que somos.
Una noche -yo era un adolescente- cuando nuestro padre aún vivía con nosotros, hace muchos años, me desperté de una pesadilla. Tenía miedo de morir. Estaba angustiado, no podía respirar. Mi padre se levantó e intentó tranquilizarme, me preparó una tila y mientras me la tomaba, empezó a contarme una historia. Me dijo que el día antes de casarse con mi madre, otra mujer que conocía, una gallega, le llamó por teléfono. Quería verle. Quería que se fuera con él y dejara a mi madre. Mi abuela le convenció para no ir a esa cita... No sé si fue una invención o si ese día quiso decirme algo que no llegué nunca a comprender, porque no volvimos a hablar de ese tema...
Quería a mi padre; lloro por él; vivir con él, en ese mundo de ilusiones, mentiras y medias verdades que construía a su alrededor, era muy difícil, pero era un buen hombre…
Requiescat in pace.