El amor que no es todo dolor, no es todo amor.
Hoy, el recuerdo de lo que se fue y el olvido de lo que vendrá, son mis mayores deseos.
No dejan de existir en mí nunca, nunca solamente mis muertos.
El hoy se acaba, el mañana se acaba; solamente el ayer no se acaba.
Quiero tu bondad, pero no sin una sonrisa en tus labios.
Cuando todo es hielo, una copa de alcohol... es todo.
Lo bello se halla removiendo escombros.
Despertar es siempre una sorpresa.
Una flor en la mano muere, apagando una estrella.
Tanto no eres amado, tanto amas.
Lo amado, alguna vez es lo amable.
Para sentir mis cosas de hoy necesito el recuerdo de mis cosas de ayer.
Mi despertar entre sueño y sueño, no interrumpe mi sueño.
La juventud vive de juventud y la vejez de tiempo.
Subir, subir y, alcanzada la cumbre, se contempla un abismo.
Miles de soles lejanos no disipan la noche.
Cuando busco mi existencia, la busco en alguien.
De la persona amada amamos su dolor, no a ella.
Esto que llamo mi vida es una línea de mis ojos, cuyos extremos se hunden en la noche.
En mi viaje por esta selva de números que llamamos mundo, llevo un cero a modo de linterna.
Tu sangre es fuego y en tus ojos nieva.
Busco la certeza de las cosas, y cuando la hallo, me muerdo los labios.
No he visto juego más triste que el de las nubes y el sol.
El amor nace de dos amores y muere en uno.
Las flores, viéndolas marchitas, las veo más bellas.
Las heridas son nidos de flores.
Donde no eres nada, quédate contigo, y eres todo.
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