sábado, 12 de abril de 2025

ADOLESCENCIA

 


La serie de moda. Al final uno no tiene más remedio que verla. ¿Es tan interesante como la pintan?

Con las series tengo un problema. Muchos hablan de ellas, pero cuando las veo, nunca llegan al nivel que otros me prometen. Me ha pasado últimamente con varias: Querer, Los años nuevos, Malas Artes... Sin menoscabar su calidad -que la tienen- y su interés, mi sensación es que si no las hubiera visto tampoco mi vida hubiera cambiado mucho. Son interesantes, se dejan ver, se disfrutan, te ríes o te emocionas, tienen grandes momentos y otros que prefiero olvidar, pero tanto como la serie del año... Va a ser que no. 

Adolescencia sí es la serie de la temporada para muchos. ¿Tiene la calidad que tantos alaban?

Técnicamente, por supuesto, no se pueden poner peros. Los planos secuencia requieren una planificación que siempre llama la atención. Sin embargo, uno ya está acostumbrado a esta nueva moda y mi atención va por otros derroteros. 

La pregunta es si los guiones están bien construidos. Y sí, lo están, pero...  las junturas se notan. 

En el segundo capítulo que se desarrolla en el instituto, nadie puede negar su dificultad para rodar con cientos de extras, la mayoría adolescentes. Impresionante, sin duda, pero la historia que se cuenta se mueve entre lo convencional y lo inverosímil. La visita de dos policías a un centro educativo me chirría; tal vez porque yo trabajo en uno y veo las costuras. No es creíble el descontrol ni las reacciones del personal del centro, después de un hecho de estas características. Es como si los guionistas quisieran cargar las tintas y lo exageraran en exceso. Por ejemplo, los alumnos utilizan el móvil sin que se tomen medidas disciplinarias y sin que nadie les pare; en casi todas las clases solo ponen vídeos porque los profesores, interpreto, no saben dar clases tradicionales; los alumnos no hacen caso a los profesores ni a a nadie. Es decir, el caos absoluto o casi. Tal vez quien no trabaje en un centro educativo pueda creérselo. Por otro lado, la clave de este capítulo es simplemente el acercamiento del policía, un padre, a su hijo. Y dejando a un lado que hablen idiomas diferentes y no se entiendan -la idea de los mensajes crípticos de Instagram, incomprensibles para los adultos, no es mala, lo admito-, el resto no logra llamar mi atención y me parece que ya lo he visto muchas veces con anterioridad.

El primer capítulo impacta y está bien construido. Es la detención de un menor con todos los pasos que se siguen. Esa mecánica te atrapa y, como buen primer capítulo, se obtiene el resultado: mantenerte en vilo.

El cuarto se centra en la familia y, sobre todo, en el padre. No logra ponerme del todo en el lugar de la familia. Busca la emoción y pienso que sí la consigue en el final, cuando el padre llora en la habitación de su hijo. Pero uno a estas alturas ya sabe qué procedimientos se utilizan y las trampas las conozco demasiado bien. Ya lo he visto demasiadas veces.

El mejor, sin duda, es el tercero, aunque imagino que una psicóloga encontraría la situación inverosímil en la vida real. Pero funciona muy bien por una razón: solo son dos personajes enfrentados con objetivos opuestos en un espacio limitado. Si el guion es bueno y los actores también, siempre dará un buen resultado. El capítulo final de Los años nuevos de Sorogoyen tenía las mismas pautas. 

En cuanto al tema, bueno, me parece que busca el límite para plantear controversia. ¿Todos los adolescentes son así? No, claro. ¿Tienen un lenguaje que los adultos no entendemos? Sí, sin duda, pero todas las generaciones han vivido eso. ¿Son educados por las redes? ¿Un chico de 13 años es consciente de la diferencia entre el bien y el mal? ¿Los padres y el sistema educativo, qué pueden hacer cuando están sobrepasados? 

¿No busca la serie, bajo este prisma, asustarnos para que la reacción, aparte de hablar de ella y vender el producto, sea conservadora y reaccionaria? Hay que tomar medidas, parece decirnos. ¿Cuáles? El modelo tradicional -el familiar, el educativo, el social- ha estallado. ¡Qué novedad! ¿Qué se puede hacer? Pues sí, algo habrá que hacer, pero sin medios económicos -y de eso no se habla en toda la serie- estamos jodidos. Y mientras, los votantes encumbrarán a políticos que se gastarán más dinero en ejércitos y parafernalias varias... mientras dejan la Educación y la Sanidad Pública por los suelos.

Como muchas series exageran la realidad para conseguir el interés de una amplia audiencia. Y tiran balones fuera, mostrando las capas superficiales, y no hablan de lo esencial. Quizá a los que mueven los hilos, eso es lo que les interesa. 

Uno a estas alturas busca cosas más sencillas y reflexivas, más valientes, con menos pirotecnia. 

Quizá sea la edad. 


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