Hoy, al despedirme de un compañero, O., ambos nos confesamos que hacía mucho tiempo que no veíamos una película interesante en la cartelera.
Unas horas después tengo que corregir mi comentario. Morlaix de Jaime Rosales es una película muy interesante.
Antes de la proyección el mismo Rosales ha comentado que lo mejor en el arte no sale de las reglas y el orden, del aparato industrial, sino cuando estás al filo de la navaja, cuando arriesgas y no sabes a dónde te puede conducir.
Los aspectos formales con cierto grado de experimentación -mezcla blanco y negro y color; a veces muestra un primer plano de la protagonista a una velocidad de fotogramas mayor; elige planos que la dejan sola, aislada; combina fotografías con imágenes en movimiento en la misma secuencia- crean el tono necesario y preparan el camino.
Lo que en principio en esta película puede parecer la descripción de un primer amor en una ciudad de provincias acaba abriendo sendas diferentes e inesperadas. ¿Es una reflexión sobre el paso del tiempo? ¿O una mirada experimental y metalingüística sobre el arte y la memoria? ¿Los espacios se transforman porque nuestra mirada ha cambiado? ¿Nuestros recuerdos también?
La película empieza con una muerte -la madre de la protagonista- y acaba con otra -¿real? ¿imaginada?- en la pantalla de un cine. Sí, esta película habla de la muerte, sin duda, y también, de su opuesto, el amor. Un amor adolescente que no admite su fragilidad y lo desea eterno y del amor de pareja que asume el día a día como la única manera de proporcionarle una entidad real.
Los protagonistas -adolescentes- ven una película en el cine que habla de ellos mismos, creando un mundo paralelo, como si en la pantalla tomaran decisiones que en la vida real reprimen: allí se lanzan al vacío. Literalmente. Tras verla, los personajes "reales" -personajes, no lo olvidemos- entablan un debate sobre los temas de esa película. Y eso influirá en los gestos y resoluciones posteriores.
Elipsis brutal. Sucesión de fotografías; y, a continuación, una mujer adulta, prepara la comida para sus dos hijos. Es nuestra protagonista. Han pasado veinte años. Su vida cotidiana de repente vira 360 grados. Ha recibido una noticia: otra muerte.
Regresará a Morlaix. Ya no es la misma. Los muertos nos recuerdan quiénes somos. Lo que vimos y sentimos ha cambiado, porque nosotros hemos cambiado. Solo el arte nos permite lanzarnos al vacío.
Laxe, Rosales, Jonas Trueba, Rebollo, Serra, Vermut... Si el cine aún puede tener futuro, es porque en vez de aceptar lo de siempre, hay quien intenta buscar otros caminos, experimentar. No lo olvidemos.
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