viernes, 9 de mayo de 2025

EL TIEMPO PERDIDO

 


"La impresión es para el escritor como la experimentación para el científico con la diferencia de que en este último el trabajo de la inteligencia precede y en el escritor viene a continuación. Lo que no hemos tenido que descifrar, aclarar, mediante nuestro esfuerzo personal, lo que estaba claro ante nosotros, no es de nosotros. Sólo procede de nosotros mismos lo que sacamos de la oscuridad que está en nosotros y los demás no conocen"

Leo a Proust en las guardias. No sabría decir si es un experimento. Bajo en un abrir y cerrar de ojos de las alturas de la Literatura al fango y al absurdo. Dejo de leer y a los dos minutos una alumna me grita y me llama "psicópata", aunque por el contexto interpreto que el concepto que ella querría comunicarme es el de pervertido. Tras escribir un parte muy grave, intento regresar a Proust, pero ya no es posible alcanzar el grado de concentración que tenía antes del incidente. 

Aún así, vuelvo a la lectura.

"Un nombre: eso es lo único que con mucha frecuencia queda para nosotros de una persona, ni siquiera cuando ha muerto, sino en vida y nuestras ideas sobre ella son tan vagas o tan extrañas y corresponden tan poco a las que tuvimos que hemos olvidado enteramente haber estado a punto de batirnos en duelo, pero recordamos que, de niño, llevaba unas extrañas polainas amarillas en los Campos Elíseos, en los que, en cambio, pese a que se lo aseguramos, no recuerda haber jugado con nosotros". 

En el pasillo insisto a un alumno que entre en clase, cuando todos llevan más de diez minutos en las aulas. Me hace un comentario inesperado: "Quieres controlarlo todo; por eso, no te tienen respeto". No sé si me sorprende la inteligencia que me demuestra esta reflexión espontánea; o que pueda haber captado un rasgo de mi carácter que no soy capaz de negar. M., una compañera, jefa del departamento de Lengua, es capaz de convencer a dos alumnas que la acompañen sin hacer ningún aspaviento; las mismas que no me hacían ni caso minutos antes. ¿Hay finura psicológica en este alumno? ¿O será que llevo demasiado tiempo leyendo a Proust?

"... en hablar de los "hilos misteriosos" que rompe la vida, pero aún más cierto es que los teje sin cesar entre las personas, entre los acontecimientos, ya entrecruce dichos hilos o los reduplique para engrosar la trama, por lo que entre el menor punto de nuestro pasado y todos los demás una copiosa red de recuerdos sólo permite elegir las comunicaciones".

He estado en Numancia este miércoles en una visita extraescolar. En el interior de una choza de época romana, reconstruida para el turista, la guía, una colombiana que hace años perdió su acento, en medio de una oscuridad agradable nos habla del horno, de la rueda de molino, de las ventanas, del frío del Cierzo, del calor. Salimos de la sala central y nos trasladamos a la habitación más pequeña. A un lado, oculto en una esquina, me fijo en un telar. Ese párrafo me lleva, sin que pueda evitarlo, a ese telar. No pienso en Aracne, ni en los papiros, tejidos con láminas finas, ni en los hilos de Penélope o de Homero, su creador. Ese telar parece reunir en sí mismo la memoria y el recuerdo. 

"Una reunión vespertina como aquella en la que me encontraba yo era algo mucho más valioso que una imagen del pasado, pues me ofrecía, en cierto modo, todas las imágenes sucesivas -y que yo no había visto nunca- que separaban el pasado del presente y -más aún- la relación que había entre éste y aquel; era como lo que se llamaba en tiempos una vista óptica, pero de los años, no la vista de un momento, sino de una persona situada en la perspectiva deformante del tiempo".

Yume, mi gato, se rasca. En el gesto veo al anciano en que se ha transformado, igual que esta mañana cuando trotaba y me buscaba para saludarme, veía al joven que fue. Es como cuando observas, en un movimiento imperceptible de una mujer a la que amas, de perfil, a la anciana que será: sus arrugas, la papada, la piel macilenta, los ojos hundidos. Cuando gira la cabeza y te sonríe, ha regresado al presente. En un instante han pasado cuarenta años. El tiempo ha atravesado un espacio. 

"Es que, si bien nuestra vida es vagabunda, nuestra memoria es sedentaria y, por mucho que nos lancemos sin tregua hacia delante, nuestros recuerdos, clavados a los lugares de los que nos separamos, siguen, por su parte, conservando su vida casera en ellos..."

Miradas lánguidas al otro lado de la ventanilla de un autocar. Iglesias y ermitas en lo alto de una colina. Campos cubiertos de paneles solares. Pasillos vacíos. Persianas bajadas. Un río que fluye lentamente. Puertas que se cierran. La belleza espléndida de la juventud, sentada en un columpio, subiendo y bajando, subiendo y bajando... "henchida aún de esperanzas, risueña, en los años, precisamente, que había perdido yo se parecía a mi juventud..."

Las imágenes se sitúan unas sobre otras, se amalgaman, se funden, se disgregan.

"... si llegaba a disponer de bastante tiempo para realizar mi obra, no dejaría de describir en primer lugar a los hombres, aunque con ello los hiciera parecer seres monstruosos, como ocupantes de un lugar tan considerable, junto al -tan limitado- que les está reservado en el espacio, un lugar, al contrario, prolongado sin medida, ya que tocan simultáneamente, como gigantes sumergidos en los años, épocas tan distantes, entre las cuales tantos días han ido a situarse... en el tiempo".



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