sábado, 24 de agosto de 2024

LA IMATGE PERMANENT

 

Si el buen cine se distingue del mediocre es que arriesga o, al menos, cuenta las historias de siempre de una manera diferente. El nuevo cine catalán con directoras, la mayoría, que salen de la ESCAC, han conseguido el beneplácito de la crítica y un determinado público. 

El primer largometraje de Laura Ferrés va en esa línea. Planos largos, sobriedad expresiva y actores no profesionales, movimientos precisos, cierta sequedad para contar la relación de dos mujeres que podrían ser madre e hija o podrían también no serlo. Tal vez no importe tanto. 

Es posible que exista -y lo vemos en algunas escenas- un humor soterrado en esa actuación tan extraña para lo que estamos acostumbrados y que te puede hacer recordar a Tati. Es tal vez la parte menos interesante; la he visto antes en otros directores jóvenes y no me aporta nada. Por otro lado, los personajes secundarios no dejan de ser comparsas de las dos protagonistas, fantasmas que acompañan la historia central.

El tono general busca otra cosa, como si a través de ese planteamiento formal la directora quisiera profundizar en los gestos repetidos, esos que la vinculan a otro director francés, Bresson. 

Como no podía ser de otra manera las entrevistas a personas corrientes en las que se pregunta por el primer recuerdo cuando llegaron a Barcelona sirven de hilo conductor y construyen un cierto tono documental en una película inclasificable. 

Imagino que Laura Ferrés tendrá más oportunidades de bucear y experimentar visualmente en el futuro. 


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